Muchos inversores, gestores y analistas nos preguntamos sobre el porqué de la capacidad de los mercados de acciones de casi todo el mundo (el casi, en parte, es por España) para aguantar la oleada de malas noticias y riesgos latentes a los que nos enfrentamos. Es cierto que en estos momentos, a excepción del tecnológico Nasdaq y del precio del oro, todos los activos ligados a Bolsa y a materias primas están todavía en terreno negativo en el año. Pero es igualmente verdad que a poco que la Bolsa recibe una buena noticia en relación con la vacuna del virus o con las inyecciones monetarias de los Bancos Centrales y Gobiernos, las cotizaciones reaccionan al alza, ignorando que habrá que esperar todavía tiempo para comprobar si las anteriores variables, vacuna y ayudas públicas, consiguen resultados satisfactorios.
No faltan riesgos sobre la mesa de la inversión…
El mayor riesgo al que nos enfrentamos es sin duda la nueva expansión de los contagios y el descontrol de la epidemia que está ya entre nosotros y podría provocar de nuevo el bloqueo de muchas economías. Pero ahí no acaban los obstáculos.
Las tensiones entre China y EEUU vuelven a ser protagonistas. Están muy ligadas a movimientos electoralistas de cara al nombramiento del nuevo Presidente estadounidense en los primeros días del próximo noviembre. Aunque cualquier persona de bien quiere perder de vista a Trump, no podemos olvidar que varias de sus políticas han sido claves para el mantenimiento del favorable ciclo de la economía americana. Tampoco podemos prescindir del hecho de que una victoria del demócrata Biden podría ser mal recibida por los mercados ante las amenazas de subidas de impuestos e incremento de la regulación en varios sectores económicos que ha hecho este candidato.
Para poner la guinda al pastel de la volatilidad encontramos el riesgo de impagos por parte de emisores de bonos que pueden no aguantar el parón de la economía y podrían entrar en quiebra. Compañías de algunos sectores, como líneas aéreas y turismo, serán protagonistas, para mal, en los próximos meses en el sentido descrito.
…pero pronto podríamos ver el vaso medio lleno
Aunque siempre sobrevuelen las dudas sobre la efectividad de las medidas que se están tomando para relanzar las economías de todo el mundo (especialmente por la lamentable acción de la clase política y sus interesados enfoques de los problemas), debemos reconocer que se está haciendo mucho por salvar a las empresas y al empleo y que una vuelta de la confianza empresarial y de los consumidores ligada, eso es ineludible, al éxito de la solución médica supondría un fortísimo impulso para los datos macroeconómicos de las economías de todo el mundo.
Esperar y ver con prudencia, pero sin renunciar al riesgo
Creo que el antetítulo resume la mejor actitud para afrontar en Bolsa un verano un poco más incierto que otros por las incertidumbres que añade la crisis sanitaria. De acuerdo que en agosto nos podríamos llevar más de un disgusto por la menor liquidez y la llegada de malas noticias en relación con lo que explico más arriba. Pero es probable que algunos datos negativos se vean compensados por otros más favorables y las Bolsas aguanten como está sucediendo en las últimas semanas. De ahí que considere como la mejor opción mantener una posición prudente en cuanto a activos de riesgo pero sin renunciar a su presencia en cartera y, como siempre, en línea con la volatilidad que cada inversor acepte.
¿Hasta cuándo esta incertidumbre?
Hasta que llegue una solución médica efectiva y con ella el retorno de la confianza. Entonces podríamos volver a ver una tendencia alcista en la Bolsas, sobre todo en Europa. Ojalá cuando vuelva a escribir estas columnas, será ya a final de agosto o septiembre, pueda contar algo de ello.
Asesórense bien y sean prudentes.
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