Tres claves para 2025: diversificar, diversificar y diversificar

Después de un favorable 2024 para la mayoría de los activos cotizados, el año 2025 podría traer la tan deseable recompensa a la disciplina de la diversificación. Muchos analistas comenzaron el año pronosticando una desaceleración económica y riesgo a la baja para las acciones. El tiempo, aunque dependiendo del segmento del mercado, ha traído justo lo contrario. El nuevo ejercicio viene repleto, así son siempre los mercados, de incertidumbres e inquietudes. De ahí el título de la columna que desarrollo a continuación centrándome en las principales zonas geográficas de inversión y terminando con los consejos concretos para las carteras.

Estados Unidos

Los impulsores de un crecimiento económico superior a la tendencia deberían ser el gasto público (limitado en teoría por el elevado déficit), los recortes de impuestos, los realineamientos comerciales basados en la política arancelaria de la Administracion Trump y la desregulación. Luego, el crecimiento de ingresos reales, deducida una inflación a la baja, para los consumidores de menores ingresos y las empresas más pequeñas, deberían de contribuir también a un ambiente propicio para los mercados de acciones. Lo explicado sucederá a pesar de que el crecimiento del empleo en Estados Unidos continúe desacelerándose ya que a la Reserva Federal le quedan varias balas, en forma de más bajadas de tipos, por disparar.

Ya hemos visto reflejado gran parte de ese sentimiento positivo en las acciones estadounidenses. Éste se ha centrado en las acciones de gran capitalización relacionadas con la tecnología que siguen siendo las líderes. Sin embargo, los índices de pequeña capitalización de EEUU se han adelantado a los índices de gran capitalización en los últimos 3 – 6 meses, y durante la primera mitad de 2025 podríamos ver un mejor comportamiento en los precios de las acciones de ese segmento de mercado.

Una recuperación de las fusiones y adquisiciones tendría que impulsar aún más este repunte de las empresas de pequeña capitalización. Las acciones de valor y las empresas cíclicas, por su parte, podrían asimismo empezar a parecer más atractivas a medida que las ganancias del sector tecnológico de megacapitalización se desaceleren y se normalicen sus cotizaciones (múltiplos más coherentes con sus ganancias). En ese escenario, los rendimientos del índice S&P 500 podrían ser decepcionantes el próximo año, aun cuando el mercado de valores estadounidense en general tenga un desempeño sólido.

Europa

Aparentemente, existe menos visibilidad sobre el potencial de crecimiento en Europa. Los problemas políticos evidentes en Francia y Alemania, el exceso de regulación que machaca el avance de muchos sectores como el agrícola o el de automocion, y una absoluta dependencia energética (Alemania/Rusia) y exportadora (Alemania/China), son factores que debilitan las bases del crecimiento potencial de nuestro continente. No obstante, las valoraciones de buena parte de las acciones europeas ofrecen grandes descuentos en comparación con muchas acciones estadounidenses. Además, es altamente improbable que EEUU avance a velocidad de crucero con Europa y China avasalladas por problemas domésticos e incapaces de superarlos.

El nombramiento de primer ministro en Francia acerca un poco más la perspectiva de un nuevo acuerdo presupuestario potencialmente más flexible y las probables elecciones en Alemania en febrero de 2025 también tendrían que comenzar a descongelar su bloqueo fiscal. Ucrania podría pasar de ser una zona de guerra a un vasto sitio de construcción. El Banco Central Europeo debería de continuar el proceso de reducción de tipos de interés a base de de recortar las tasas en 25 puntos básicos en sus próximas cuatro reuniones.

Si a todo lo anterior añadimos el paso dado por las autoridades chinas anunciando un cambio de su tradicional enfoque “prudente” hacia una política monetaria “moderadamente flexible” y una postura fiscal “proactiva”, además de reconocer la necesidad de “impulsar vigorosamente el consumo”, tenemos numerosas señales alentadoras para la economía y los mercados en 2025.

Diversificación, diversificación y diversificación

Algunas de las pautas que estimo deberíamos aplicar a las carteras de inversión en el ejercicio que está a punto de comenzar son las siguientes:

– Mantener bien adaptado el peso de la renta variable al perfil de riesgo deseado y contar con liquidez e inversiones conservadoras válidas en un contexto de bajadas de tipos de interés: monetario y renta fija a corto plazo sigue siendo interesante así como con cupón variable/flotantes, y dotarnos de duración en algunos tipos de bonos como soberanos europeos.

– Una elevada diversificación ofrece protección intrínseca contra los mercados bajistas. Como dato ilustrativo, recordaba un análisis de UBS que desde 1945, durante mercados bajistas, el índice americano S&P 500 cayó en promedio un 34,5% y pasó 39 meses «infravalorado», en tanto que una cartera 60% renta variable/40% renta fija, mínima diversificación exigible, perdió en promedio un 20% y registró un nuevo máximo dentro de los 30 meses siguientes.

– Contar con potenciales «coberturas geopolíticas» que, sin estar exentas de riesgo, pueden compensar las caídas de otros activos: exposición a materias primas en general, también a empresas cotizadas cuyas cuentas de resultados se vean favorecidas por un aumento de los costes energéticos y tener posiciones que se beneficien directa o indirectamente, de un Dólar fuerte (divisa que siempre es refugio de seguridad).

– Comprar los ganadores del crecimiento mundial que acabarán dando fruto en forma de subida de sus cotizaciones pues vertebran el crecimiento de la humanidad como los sectores de infraestructuras, de salud en países emergentes e Inteligencia Artificial y Robótica.

– Contar siempre con posiciones defensivas ligadas a estrategias de asignación dinámica, el uso de soluciones estructuradas y los fondos líquidos de retorno absoluto que, bien seleccionados, son alternativas que realzan su valor en cartera en la actualidad.

– Finalmente, para aquél que se lo pueda permitir por el tamaño de su cartera y la modulación de sus necesidades de liquidez, incluir en el patrimonio invertido posiciones vinculadas a la economía real (private equity/capital riesgo y deuda privada) que pueden aportar estabilidad en la valoración global de un portfolio y un plus de rentabilidad sobre los mercados públicos de acciones.

El futuro es brillante pero podría oscurecerse

El nuevo marco en el que va a moverse el mundo a partir de ahora se sustenta en la multipolaridad en la que se sitúan el poder político y las economías, en el retroceso en la globalización que la pugna EEUU/China ya estaba provocando y, en lo puramente económico/financiero, en el plus de complejidad que incorporan las exigentes valoraciones del mercado de acciones americano. Todo ello acarrea mayores complicaciones a la hora de crear una cartera de inversión bien adaptada al riesgo de cada inversor por un lado y a las diferencias regionales en crecimiento y circunstancias macroeconómicas de cada momento por otro.

Como siempre, veremos, aunque en el corto plazo.