No me acostumbro a vivir, profesionalmente, se entiende, con unos tipos de interés a cero de manera permanente. Acepto que los japoneses, que llevan así casi un decenio, lo hayan interiorizado y no se planteen otra cosa. Pero yo no soy un estoico como ello ellos y no me gusta asumir las anomalías como algo permanente.
Nuestros tipos a cero ya son de la familia
Fue en 2011 cuando un recién nombrado Presidente del Banco Central Europeo llamado Mario Draghi decidió seguir los pasos de la Reserva Federal, mejor tarde que nunca, y comenzó el proceso de bajadas de tipos que acabaría con la histórica decisión de situar en 2016 el tipo de intervención de la Eurozona en el 0%. Tras años de política monetaria expansiva, la situación no sólo sigue igual, sino que se ha intensificado el aplanamiento de la curva de tipos de interés del Euro llevando los plazos cortos y medios a terreno negativo y dejando el bono a 10 años rondando el 0%. La subida del tipo de interés oficial del Euro ya no se atisba para 2019 y el Euribor continúa por debajo de cero.
Una “nueva normalidad”, “territorio desconocido” y otros epítetos con matices legendarios han sido acuñados por el mundo del análisis financiero para definir este entorno económico tan poco ortodoxo y, a la vez, de manejo altamente complejo.
Las vicisitudes del ahorro
La problemática a la que se están enfrentando ahorradores, gestores y asesores financieros desde que el régimen de tipos a cero se implantó en la Eurozona ha tenido episodios de todo tipo y ha sido creciente. No voy a enumerar las alternativas de inversión propuestas por las bancas privadas pero sí aseverar la que es, a mi juicio, una de las conclusiones más evidentes: los fondos de inversión de tipo mixto no son la solución para perfiles de inversión con riesgo conservador/moderado.
Esperar, tomar riesgo o buscar soluciones adaptadas
Las alternativas del antetítulo pueden resumir las posibles maneras de afrontar la situación descrita:
- Esperar a que los tipos de interés suban porque el BCE aprecie un recalentamiento de la economía europea y considere conveniente subir el tipo de intervención (el 0% en estos momentos, recuerdo de nuevo) al apreciar potenciales tensiones inflacionistas. La probabilidad que asigno a este escenario es prácticamente nula, al menos en 2019, por lo que, si no nos contentamos con la inexistente remuneración de la liquidez (el precio de la seguridad), deberemos buscar otras alternativas.
- Tomar riesgo adquiriendo renta variable(directa o comprando fondos de inversión): solución plausible siempre que el horizonte temporal de la inversión sea como mínimo de cinco años y, sobre todo, se asuma la potencial elevada volatilidad de este tipo de activo. Las rentabilidades por dividendo son ahora muy atractivas por lo que, aceptando las variables citadas, esta posibilidad inversora es muy válida. No obstante, si no se desea asumir ese riesgo, habrá que buscar otra cosa…
- Buscar soluciones adaptadas al entorno actual: partiendo de la asunción de cierto riesgo, podremos encontrar activos que ofrecen rentabilidades en el entorno del 4 – 5% y que con una correcta diversificación y visión de plazo pueden aportarnos un retorno estable y elevado con respecto a los tipos oficiales.
La renta fija financiera
Hace 12 meses los bonos emitidos por entidades del sector financiero europeo (bancos y aseguradoras) estaban viviendo una fase de esplendor con precios altos y, siempre a la inversa en la renta fija, rentabilidades o TIRes muy bajas. De hecho, en un alarde comprador del mercado, éstas llegaron a niveles cercanos al 2%. Sin embargo, durante la primavera de 2018 empezaron a torcerse las cosas debido a las tensiones políticas procedentes de Italia y a otros focos de riesgo geopolítico. Fue entonces cuando comenzó la caída de los precios de las acciones y de los bonos que culminó en un mes de diciembre desolador para todo tipo de activos.
De resultas de aquello, la renta fija emitida por bancos y aseguradoras europeos se situó a precios muy bajos, máxime si tenemos en cuenta la solvencia de sus emisores ya que, en general, el sistema financiero de la Eurozona está hoy en día más que saneado. Por el otro lado, su rentabilidad, siempre a la inversa, se disparó. Ese movimiento de caída de precios ha ido corrigiéndose a lo largo del mes de enero y lo que llevamos de febrero del presente año 2019. Aún con ello, y en función de las categorías de bonos financieros que contemplemos, todavía podemos encontrar fondos de inversión de renta fija financiera cuyas carteras ofrecen una rentabilidad de entre el 4 y el 5%. Con volatilidad (recordemos lo sucedido en la segunda parte de 2018) pero con un nivel de seguridad más que aceptable.
Como me contaba hace unos días un analista de la gestora La Française, si se considera que la economía global no va a entrar en recesión próximamente, que el BCE no va a tocar los tipos en un entorno de baja inflación y que casi el 20% de los activos de renta fija en Euros ofrece rentabilidades negativas, la opción de invertir en renta fija emitida por entidades del sector financiero puede ser adecuada en estos momentos para muchos inversores.
Asesórense bien y sean prudentes.