Tras la victoria de Trump, las cotizaciones de muchos activos se han movido con fuerza. Los tipos de interés de los bonos americanos y europeos para arriba (sus precios, siempre a la inversa, han caído), la bolsa estadounidense ha vuelto a marcar otro máximo histórico, el oro se ha derrumbado casi un 9% y el dólar se ha apreciado cerca de un 6%. Todo lo sucedido es justo lo contrario de lo que el consenso de analistas esperaba para el caso de un triunfo republicano y creo que se trata de un movimiento que ha venido para quedarse, excepto por la fortaleza de la divisa americana.
¿Qué va a hacer la FED?
Superado el episodio electoral y tras la reunión de la Reserva Federal de la pasada semana, queda muy poco espacio para la sorpresa. La presidenta del organismo, Janet Yellen, que parece que continuará en el cargo hasta febrero de 2018 (cuando acaba su mandato), confirmó la favorable situación de la economía estadounidense e, implícitamente, la conveniencia de revisar al alza los tipos de interés a mediados de diciembre próximo. Los temores de recesión de hace dos trimestres se han alejado y los riesgos de inflación, aunque sin contundencia, se han acentuado.
Lo más probable es pues que el próximo 14 de diciembre se produzca la segunda subida de tipos por parte de la FED tras la de hace un año que marcó el cambio de ciclo de su política monetaria. La institución reafirmará también la tendencia de endurecimiento de este enfoque restrictivo (dos o tres subidas más en 2017). La cotización del dólar ha más que descontado estos movimientos.
Por qué creo que el Dólar no va a subir más
La principal razón para que no veamos un Dólar que siga revalorizándose sobre los niveles ya alcanzados es que el propio Estados Unidos es el menos interesado en que eso ocurra. Un cambio como el descrito en la orientación de la política monetaria americana, unido a un Dólar apreciándose, podría dañar los fundamentos económicos estadounidenses y provocar la vuelta del fantasma de la recesión. Ni a la competitividad de su economía ni al precio del petróleo (su mantenimiento en el entorno de 40 – 50 USD es fundamental para la industria del shale) les viene bien un Dólar más fuerte. Los estadounidenses siempre han sabido como nadie manejar el tempo de su divisa.
Luego, hay que mirar a las zonas emergentes con China a la cabeza. Muchos países podrían tener problemas para atender sus compromisos de deuda si la divisa americana se revaloriza en exceso. Un Yuan acumulando una mayor depreciación contra el Dólar (6% de caída en lo que va de año) no es beneficioso ni para China y su hiperapalancada economía ni para Occidente (importamos la temida deflación).
Además, la publicación de datos favorables de la economía europea que estamos últimamente presenciando puede hacer moderar antes de lo previsto las medidas expansivas del Banco Central Europeo. Ello intensificaría el desplazamiento hacia arriba de la curva de tipos de interés en la Eurozona que venimos experimentando desde finales de septiembre y haría más atractivos los activos de renta fija en euros, dejando atrás poco a poco la anomalía de los tipos de interés negativos en un pinchazo progresivo de la burbuja de los bonos.
Finalmente, la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que afirma que el tipo de cambio entre las monedas de dos países es igual a la relación entre los niveles de precios de esos mismos países, nos muestra en la actualidad un Euro claramente infravalorado (aproximadamente un 20%) contra el Dólar. Si en vez de una cesta de productos como hace la teoría de la PPA, utilizamos el índice Big Mac de The Economist y hacemos la misma medición con la hamburguesa estándar que produce McDonalds en todo el mundo, el resultado es el mismo: un Dólar sobrevalorado que debería ir ajustándose a la baja con el tiempo.
El Dólar ha sido una buena inversión…hasta ahora
Lo ha sido para quienes razonamos en euros. Y para aquéllos que acertaron comprando dólares en los últimos años. Un inversor europeo que comprara 100 USD en la primavera de 2014 gastándose para ello 72 EUR, hoy, dos años y medio más tarde, tiene ya casi 90 EUR (un 25% más). Pero, eso sí, sólo si vende los dólares. Ahí está el dilema de muchos inversores, en si realizar la plusvalía latente que acumulan por la tenencia de la divisa extranjera o mantenerla con la esperanza de que, conforme pase el tiempo, cada vez valga más al convertirla a euros.
Creo que, como tantas veces en el mundo de la inversión, el acierto se encuentra en regular los movimientos: en función de su peso actual en cartera, reducir la exposición a Dólar manteniendo, en su caso, parte de la posición si ésta es elevada, con objeto de seguir aprovechando su tendencia favorable de continuar así en el futuro. En caso contrario, como pronostico, habremos hecho caja en un buen momento y podremos volver a adquirirla más adelante buscando la siempre saludable diversificación en divisas.
No olvidemos que una moneda distinta a la nuestra es un activo de riesgo, como la renta variable o las materias primas, y que nadie compra siempre en mínimos y vende en máximos. A veces, la fortaleza de las tendencias nos lleva a olvidarlo.