¿Se acabó el “Trump Trade” o habrá rally de fin de año?

El denominado “Trump Trade” que ha traído la “barrida republicana” ha eclipsado el repunte de las Bolsas que se produjo en el momento de la primera

El denominado “Trump Trade” que ha traído la “barrida republicana” ha eclipsado el repunte de las Bolsas que se produjo en el momento de la primera victoria de Trump en 2016. Ello sucede a pesar de que esta vez el punto de partida no era favorable dada la fuerte revalorización que los mercados de acciones en EEUU ya acumulan en el presente ejercicio.

Sin embargo, las Bolsas, ayudadas por las esperanzas de desregulación y por los más que probables recortes de impuestos corporativos, continúan optimistas, aunque probablemente en exceso y de ahí las caídas de la semana precedente después de casi dos meses de subidas ininterrumpidas. No sabemos cuánto tiempo va a durar esta tendencia pero sí vamos apreciando cada vez más elementos que podrían ayudar a sostener su mantenimiento.

Es posible que avancemos hacia una reflación en la economía americana

La reflación es una forma de impulsar el crecimiento mediante la creación de inflación gracias a estímulos fiscales y/o monetarios con el objetivo de alejar el riesgo de recesión. El hecho de que el Gobierno de Trump baje los impuestos e incentive así el consumo de bienes y servicios, junto con la más que posible contribución de la Reserva Federal reduciendo los tipos de interés e incrementando así el dinero en circulación, podría servir en bandeja de plata el plato reflacionista.

Sin embargo, esto último, las bajadas de los tipos oficiales, podría tener menos recorrido del que se estimaba hace unos meses y así se pronunciaba Powell hace unos días (“no hay prisa por bajar tipos pues la inflación tendrá un camino complicado hasta el 2%” vino a decir el Presidente de la Fed) y también así lo están descontando en estos momentos los mercados de bonos americanos con subidas en sus rentabilidades.

Los datos de empleo serán definitivos en la actuación de la Reserva Federal

Veremos qué sucede con el próximo informe NFP (Nóminas no Agrícola o Non-Farm-Payrolls). Éste es un indicador económico que se emite mensualmente en los Estados Unidos y que contabiliza el total de trabajadores asalariados, excluyendo los sectores agrícola, gubernamental, ONGs y servicio doméstico. De mostrar esta variable un resultado que refleje una ralentización del mercado laboral estadounidense, sería altamente probable una nueva bajada de tipos por parte de la Reserva Federal antes de que acabe el año y no así en caso contrario. En principio, las Bolsas, e igualmente la renta fija, reaccionarían mejor en el primer escenario.

En todo caso no hay que olvidar que el regreso de Trump a la presidencia coincide con un momento singular en un entorno muy distinto al que existía en 2016 como explicaba aquí la pasada semana: ahora la economía estadounidense sigue ofreciendo señales de fortaleza, impulsada principalmente por el consumo privado. Buena prueba de ello es el avance del PIB que en el tercer trimestre avanzó nuevamente con fuerza (+2,8% trimestral anualizado) y los datos relativos a las ventas al por menor y la confianza de los consumidores que continúan mejorando, lo que indica que el crecimiento se asienta sobre bases sólidas (incremento de la demanda interna).

¿Rally de fin de año?

En los años de elecciones presidenciales suele producirse un alza en las cotizaciones de la renta variable americana a finales de año y 2024 podría seguir el ejemplo, si bien no podemos dejar de lado el hecho de que la capacidad para implementar las principales medidas económicas prometidas por Trump puede verse limitada por la debilidad de las cuentas públicas y la madurez del ciclo.

Es evidente que estas políticas económicas de Trump estarán más claras en enero cuando tome posesión de su cargo y el control del Congreso por parte de los republicanos sea una realidad, pero ello no debería impedir que veamos una tendencia alcista de la renta variable hasta 2025.

Los motivos para ello están ahí: un entorno regulatorio más flexible, una política tributaria más favorable y el rebote del sentimiento inversor que estamos viviendo. Si a todo ello sumamos el entorno macro que ya era favorable y las seguras, aunque más lentas y menos profundas, bajadas de tipos de interés, el optimismo alcista se acrecienta.