¿Nos hundirá o nos salvará la caída del petróleo?

Los beneficios que pueden producirse por la caída del precio del petróleo para los países que no son productores son más que evidentes. Un menor coste de la materia prima por excelencia mejora la competitividad de las empresas y deja más dinero para gastar en el bolsillo de los consumidores. El crecimiento global lo agradecerá. Pero, como tantas cosas en economía, los excesos no son buenos.

Motivos aparentes de la caída

Cualquier activo financiero, y el petróleo lo es en el mercado de futuros, necesita razones de peso para que su precio caiga en un año un 40%. La ralentización de la economía global, que ha supuesto una menor demanda de crudo que lo anticipado por el mercado, y la postura de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) produciendo más de lo esperado han sido factores clave para el hundimiento.

Otros (verdaderos) culpables

Para algunos analistas especializados en la materia, el verdadero culpable es el fenómeno del fracking (fracturación hidráulica de rocas para la extracción de gas no convencional – shale gas – y petróleo). De hecho, la indolente postura de la OPEP no reduciendo la producción para frenar la caída del precio, podría entenderse como un movimiento defensivo que busca perjudicar a los productores estadounidenses frenando la pujante industria del petróleo extraído con esta técnica (hoy sólo al alcance de EEUU y Canadá). En similar sentido, también se aducen como causas de la caída el deseo de debilitar a Putin menoscabando las finanzas rusas y el daño que un petróleo barato puede infligir a las finanzas de los terroristas del denominado Estado Islámico.

 

La economía global debe ser la gran beneficiada

Así debe ser y no sólo por las razones expresadas al principio de este post. También hay que considerar la ayuda que supone una inflación controlada para los bancos centrales (FED, BCE y BOJ) a la hora de mantener sus políticas monetarias ultra laxas. Los mercados financieros, qué duda cabe, tanto de acciones como de bonos, también deberían agradecerlo.

Los riesgos están en los perdedores

Los grandes damnificados por la caída del precio del crudo son países productores con elevada dependencia presupuestaria ligada al nivel en que se sitúa su precio: Venezuela, Nigeria y, sobre todo, Rusia, cuya divisa ha perdido en el año cerca de la mitad de su valor contra el Euro. Es este país y el posible default o impago de su deuda lo que puede ser fuente de turbulencias en los mercados como las que, aunque no fue el único motivo, ya sufrimos la semana pasada.

El balance es positivo

El impulso que supondrá en términos de renta disponible de las familias la caída del precio del petróleo (también de otras materias primas) puede ser uno de los catalizadores del crecimiento de la economía global para el próximo ejercicio. Refuerza la visión favorable para muchas compañías cotizadas (no todas, claro está) y reduce la incertidumbre por posibles movimientos repentinos de los bancos centrales en los tipos de interés. Habrá que vigilar de cerca los riesgos expuestos e intentar aprovechar las caídas de las cotizaciones en algunos sectores hoy castigados (especialmente en empresas ligadas al shale gas en la bolsa de EEUU).

No es el fin del petróleo. Su protagonismo en la industria química y de carburantes continuará durante mucho tiempo pero, por una vez, su precio puede ayudarnos a que el vaso de nuestra economía parezca medio lleno.

 

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