La corrección política, el seguidismo y la ignorancia voluntaria están conduciendo de nuevo a Europa al peor de sus infiernos. Asumiendo como inevitable la falta de liderazgo en el maltrecho viejo continente (asignatura pendiente que jamás será aprobada ni por la Unión Europea ni por ninguno de sus líderes), no deja de ser patético el ver cómo los intereses económicos europeos se despeñan de nuevo por la falta de pragmatismo, inteligencia y valentía en la gestión de nuestra clase política española y europea quienes, además, están poniendo de manifiesto nuestras peores miserias europeístas.
El porqué de la guerra
Coincido con Fernando del Pino Calvo-Sotelo en que la causa próxima de la guerra ha sido la innecesaria expansión de la OTAN hacia el Este a pesar de las constantes advertencias de Rusia y de expertos occidentales de que una Ucrania perteneciente a la OTAN suponía una «amenaza existencial» para Rusia.
El hecho de que EEUU no sólo defienda su hegemonía sino también sus intereses económicos (venta de armas a Ucrania y de petróleo/gas a la Unión Europea procedente del «contaminante y demonizado» en Europa fracking), así como su deseo de hacer descarrilar el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2, que permitía a Rusia proveer de gas a Europa sin pasar por Ucrania. Luego, el egocentrismo de Putin y el maniqueísmo de Zelinski han hecho el resto para llevar el drama humano hasta insólitas dimensiones en la teóricamente civilizada e instruida Europa del siglo XXI.
Consecuencias económicas, todas malas para Europa
Como también recuerda Fernando del Pino Calvo-Sotelo en su artículo Ucrania y el suicidio de Europa «EEUU ve a Europa con condescendencia, como a un familiar lejano venido a menos, pero también como a un competidor, como a Rusia. Biden primero nos mete en el lío y luego nos vende gas licuado norteamericano, mucho más caro que el ruso ¿y nadie se pregunta nada?…».
En otras palabras, política y económicamente, EEUU es el ganador del drama de Ucrania y Europa y el pueblo ruso los grandes perdedores:
– El conflicto armado y el reciente embargo parcial sobre el petróleo ruso han impulsado los precios de las energías fósiles exacerbando las alzas en los datos de inflación de toda Europa, Eurozona a la cabeza. La inflación, el impuesto de los pobres, nos está devorando a través de los disparados precios de la gasolina y su efecto cascada en todo tipo de productos y, de la misma manera, a aquellos países dependientes del gas ruso que están viendo peligrar sus suministros energéticos. Y lo que queda.
– Lo anterior va a llevar al Banco Central Europeo a adelantar las subidas de los tipos de interés oficiales como ya está descontando el Euribor (en plazo de un año se sitúa en +0,42% vs. -0,5% a principio de año). Mayor coste de financiación para familias, empresas y, por supuesto, para el Tesoro español a quien se le pueden complicar mucho las cosas en las renovaciones de emisiones de Deuda y en la propia atención del servicio de ésta.
– Rusia ha incumplido oficialmente con el pago de un cupón de una de sus emisiones de deuda por lo que la ISDA (International Swaps and Derivatives Association) ha decidido que Moscú ha entrado en un evento crediticio: primer default o impago de deuda externa en más de un siglo y que vamos a asumir el resto de Europa (fondos de inversión especialmente). Salvo cambio en la postura de EEUU, este impago es el primero de muchos que vamos a absorber los europeos.
– Porque para más inri, en el impago de Rusia ha incidido la decisión del Tesoro de EEUU de no prorrogar una licencia que permitía a los acreedores recibir pagos de Rusia a pesar de las sanciones financieras. De esta forma, aunque Moscú haya abonado los cupones de las distintas emisiones de deuda, sus tenedores no los han recibido.
– Rusia y Ucrania son dos gigantes del sector de la agricultura y, más concretamente, del suministro mundial de cereales y semillas oleaginosas: concentran el 30% de las exportaciones globales de trigo, el 32% de las de cebada y, en el caso ucraniano, el 50% del aceite de girasol. El parón de estas exportaciones no sólo va a hundir el PIB ruso y la economía de los arrasados ucranianos, también puede provocar hambrunas en África que, como efecto colateral, traerán a la Unión Europea unos cuantos millones más de refugiados del norte de África.
Sombría conclusión pero hay soluciones
Las severas sanciones a la economía rusa no solo están castigando a Putin y a la población rusa (al sufrimiento por el dolor causado con la invasión se añade el riesgo a que el Gobierno obligue a los ciudadanos a alistarse al ejército y el temor a un corralito y a expropiaciones), la gran perdedora es Europa que comprenderá demasiado tarde que la actitud de entreguismo hacia EEUU sólo puede conducirle a una posición cada vez más retrasada entre las zonas de mayor crecimiento del mundo. El estado de bienestar, tan aireado por muchos políticos europeos, ficticio realmente, va a ser cada vez más insostenible. Cuanto más se alargue el conflicto, más probable es que veamos un escenario de recesión en Europa.
No hay que perder la esperanza de que cierta clarividencia acabe imponiéndose como lo que Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Estados Unidos, manifestó recientemente en Davos al afirmar que Occidente debería dejar de intentar una derrota aplastante sobre Rusia y sugirió que Ucrania tendría que negociar la cesión de territorio para solucionar el conflicto. Buena parte de la comunidad internacional se le echó encima. No están en el frente.
Asesórense bien y sean prudentes.