No digas geopolítica, di intereses económicos

Se viene hablando mucho sobre que el principal riesgo de los mercados es la geopolítica y no creo que sea así

Se viene hablando mucho sobre que el principal riesgo de los mercados es la geopolítica y no creo que sea así, al menos en estos momentos como indicaba en esta columna hace unos días.

Creo que el exceso de información que nos rodea ha convertido la geopolítica en un elemento de nuestras vidas, como inversores y como ciudadanos que aspiramos a conocer qué sucede en el mundo y cómo nos puede afectar. Sucede que en ese proceso no estamos teniendo de verdad en cuenta que lo más relevante son los factores económicos. Éstos son los que los que están reordenando la relación de poder entre los Estados y los ciudadanos y los que está causando una realineación de los intereses políticos nacionales e internacionales. Veamos.

Las aspiraciones de los BRICS las extinguen los intereses económicos de los países

Algunos Estados con China y Rusia a la cabeza están buscando desde hace años superar, sin conseguirlo, la hegemonía del Dólar. Hemos tenido un buen ejemplo de ello hace unos días en la última cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India,China y Sudáfrica) y otros países emergentes que tuvo lugar en Rusia. Previamente al inicio de la cumbre, se dio a conocer el sistema BRICS Pay, mecanismo ideado para pagos transfronterizos en moneda local y basado en blockchain (sería un equivalente al sistema SWIFT que es hoy la principal plataforma internacional de pagos). Vacuo intento, me temo, el de los países emergentes para avanzar en una desdolarización que a muchos de ellos perjudicaría. Los grandes – China, India y Rusia – velan por sus intereses económicos nacionales importándoles muy poco lo que les sucede a otros.

De hecho, China sigue comprando Treasuries americanos e impulsando así el mercado inmobiliario de EEUU y su consumo en general, facilitando al mismo tiempo las compras de productos chinos por ciudadanos estadounidenses, que siguen creciendo mientras el nuevo Presidente no lo impida con unos aranceles desorbitados. Con todo, las autoridades chinas llevan años invirtiendo en infraestructuras globales y en países que cuentan con determinadas materias primas (las famosas y tan deseadas tierras raras entre otras). Estoy convencido que lo anterior acabará por impulsar el hoy “dañado” PIB chino y agrandará su influencia en la economía y política internacionales. La suya, la de los BRICS es más dudoso.

Estados Unidos detrás del conflicto entre Ucrania y Rusia

En relación con lo contado en el punto anterior se mueve el conflicto entre Ucrania y Rusia. Realmente, lo que subyace en ese enfrentamiento es el sempiterno pulso de poder entre EEUU y Rusia. La imposibilidad práctica de una verdadera victoria de Ucrania es manifiesta a poco que se comparen las poblaciones, territorios y capacidades bélicas de cada país implicado. Ello no ha frenado la propaganda interesada y alejada de esa realidad para que EEUU, con el seguidismo del Reino Unido y de la OTAN, intente imponer sus intereses económicos aun poniendo con ello en riesgo la implicación de la desunida Europa ante un gigante nuclear como Rusia.

Hay notables intereses económicos y partes beneficiadas en la base de este conflicto: además de la industria armamentística de Occidente, los productores de petróleo y gas, así como las empresas ligadas a esas industrias. Lo son en menor medida que a comienzo del conflicto (no olvidemos que en la primavera del 2022 el precio del Brent llegó a superar los 120 USD), pero veremos ahora qué sucede con la llegada del invierno y el posible incremento en la tensión de las hostilidades en Oriente Próximo que comento a continuacion. ¿Volveremos a ver en los puertos españoles a los buques gaseros cargados de shale gas estadounidense como si de un Mr. Marshall revivido se tratara?

Israel contra la amenaza del islamismo radical y sus consecuencias, el crudo de por medio

La normalización de las relaciones entre Israel, por un lado, y Emiratos Arabes Unidos y otros países árabes, por otro, – Acuerdo de Abraham de 2020 auspiciado por el expresidente Trump al que Arabia Saudí se ha venido a incorporar – y la oposición de Irán a que ello avance con normalidad son probablemente los elementos de más peso que han originado la guerra que está teniendo lugar en estos momentos en Oriente Próximo. Subyace en este conflicto, además, el odio de los chiitas (Irán) hacia el pueblo de Israel (extensivo a todo Occidente), así como el eterno enfrentamiento entre éstos y sunitas (Arabia Saudí a la cabeza). Llama poderosamente la atención que la división se remonte al año 632 y a la muerte del profeta Mahoma, que derivó en una pugna por el derecho a liderar a los musulmanes. Vamos, que en pleno siglo XXI seguimos igual o peor que entonces, la Edad Media con armas de fuego e internet.

Sin entrar aquí en el drama humano, absolutamente desolador, las consecuencias de todo ello no deberían de ser especialmente negativas por los escasos intereses económicos que existen en la zona, a excepción, lógicamente, de las consecuencias en el precio del crudo por el expansionismo violento de Irán. En todo caso, este país es el octavo productor del mundo con una cuota global del 4%, por lo que sólamente una implicación militarista de Arabia Saudí traería un verdadero incremento en la volatilidad de los futuros sobre el crudo. Mientras eso no pase, la riqueza en la zona no peligra y tampoco la estabilidad de los mercados financieros.

Las elecciones en Estados Unidos, nos jugamos más de lo que parece

Como contaba aquí hace algunas semanas, nos estamos jugando mucho en estas elecciones. Además de los intereses económicos y de las implicaciones para los mercados financieros que varían bastante en función del candidato ganador, sobre lo que versará la columna del día de la cita electoral, lo más relevante para mí en cuanto a los diferentes enfoques de los candidatos es la contradictoria visión de la libertad de expresión que subyace en muchos de sus mensajes: la transparencia y contundencia, con frecuencia estruendosa, a favor de la libertad de empresa y libertades individuales en general por las que aboga Trump, chocan con la exagerada visión de un lado oscuro por parte de Harris y con los intereses espurios de quienes la han aupado a una candidatura de forma, en el fondo, indeseada.

La economía se impone claramente: el caso de España

Considerando los principales países de Europa, España va a ser el país europeo que más crezca en 2024. Va a ser así a pesar de su Gobierno, de la ausencia de oposición y de nuestra descomunal economía sumergida. Pero los votantes, anestesiados por la aparente reducción del desempleo, por el auge inmobiliario y por el crecimiento del turismo (verdaderos motores en 2024 de nuestra economía), dejan de lado engaños e inmoralidades mientras sus economías vayan bien, sea porque se lo ganan o sea porque se lo subvencionan. El interés general queda relegado en beneficio de intereses particulares y cortoplacistas. Y si surge alguna duda, un solvente y eficiente sistema bancario pone el resto. Pero, ¿hasta dónde llega la hipocresía de los políticos y el olvido de quienes los votaron? Por ahora, para eso, no hay límites conocidos.