Paul Zane Pilzer es un economista estadounidense y escritor de éxito además de valiente empresario reconocido en la portada de The Wall Street Journal y era recordado en un reciente análisis de los gestores británicos del grupo financiero First Trust. Se citaba en él un relato de Pilzer de su libro Unlimited Wealth que es una magnífica descripción sobre cómo se puede acabar con la creación de riqueza de una economía aplicando políticas que, en teoría, defienden la igualdad y la redistribución. Después de escuchar algunos dislates procedentes de potenciales miembros del Gobierno en vías de constitución, creo que evocar algunas de las reflexiones de Pilzer es más que oportuno.
Una isla con diez pescadores
Imagínense que en una isla viven diez personas y todos los días cada una de ellas pesca dos peces que luego se come. Una economía de subsistencia en la que no hay ahorro ni inversión. Si alguien enferma y no puede pescar, no hay posibilidad de ayudarle.
Ahora figúrense que dos de los pescadores idean una barca y una red. Para fabricarlas deben pasar seis días de una semana pescando solo un pez y durmiendo poco pues dedican la mayor parte de su tiempo a construir la barca y a coser la red. Al séptimo día, con hambre y cansancio, se lanzan a navegar en la barca recién construida y consiguen pescar veinte peces con su flamante red.
En este punto, en la isla pueden suceder dos cosas:
– Como ahora hay dos pescadores que producen lo que antes hacían diez, en la isla se pueden liberar recursos para hacer otras cosas como plantar vegetales, coger cocos, limpiar el pescado y conservarlo en sal, aprender nuevas técnicas de cocina, reparar la barca y la red cuando se rompen y un largo etcétera de posibilidades hasta entonces no contempladas. Todo ello permite que la calidad de vida en la isla mejore ya que la comida es mejor, se avanza en la construcción de nuevas herramientas e incluso puede cuidarse de los que caen enfermos.
– O bien puede suceder algo muy distinto, que los ocho habitantes de la isla que no tienen ni barca ni red estén resentidos por el progreso de los dos que pueden pescar cada uno diez peces al día mientras que ellos solo dos. Creen que en la nueva situación existe una desigualdad en el reparto de la riqueza y deciden implantar un impuesto que grave el 80% de lo que consiguen los dueños de la barca y la red. Éstos tendrán que repartir al resto de habitantes de la isla 16 peces (dos a cada uno) de los 20 que pescan cada día.
Si se adopta el segundo plan, cada habitante de la isla tendrá diariamente los mismos peces (dos) pero los emprendedores no tendrán incentivo alguno en salir en su barca para pescar más. La isla retornará así a una economía de subsitencia.
La verdad de los impuestos y la redistribución
La situación descrita refleja el problema que puede crear un sistema impositivo injusto sólo basado en gravar para redistribuir que no es otro que sustraer de una economía los beneficios del emprendimiento y del progreso tecnológico, frenando así el crecimiento y no aceptando que la desigualdad de ingresos puede revelar oportunidades y estimular el esfuerzo.
Un sistema tributario que penaliza la creación de riqueza lleva inevitablemente a desincentivar al empresario emprendedor y perpetuar las posturas más acomodada subvencionadas por el Estado. Además, la clase política tiende a acusar del bajo crecimiento a la escasa inversión de las empresas privadas y las autoridades monetarias deben recurrir a unos tipos de interés negativos (como sucede en la actualidad) que penalizan el ahorro pero facilitan la prolongación de un sistema
hinchado por la grasa funcionarial. Lo anterior provoca que, para culminar el desatino, en ese sistema se incremente constantemente el gasto público en aras de esa falsa redistribución de la riqueza que ayude a lograr la entelequia denominada “estado de bienestar” y lo que sucede realmente sea un empeoramiento de la calidad de vidade la mayor parte de la población.
Me parece lo más apropiado acabar con una cita del autor cuyo relato he glosado en este post: “Mientras más personas aumenten su riqueza, mayor será la proporción de sus ingresos que gastan en el bienestar (común)”. Me gustaría que los políticos que finalmente formen el Gobierno de España la leyeran varias veces antes de cambiar las leyes fiscales del país.
Asesórense bien y sean prudentes.
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