Movimientos bajistas como los sucedidos en semanas como la pasada (el índice Nasdaq cayó en una sesión un -5%, mayor caída diaria en varios años), llevan con frecuencia a muchos inversores a lo que se denomina «capitulación» o venta de posiciones de riesgo (renta variable, normalmente) ante la imposibilidad de aguantar el chaparrón bajista y en la creencia de que el desastre puede ser mayor y la recuperación imposible.
Investopedia lo define como la «rendición» que ocurre «cuando una proporción lo suficientemente grande de inversores renuncia simultáneamente a las esperanzas de recuperar pérdidas recientes, generalmente a medida que la caída de los precios se acelera». La llegada de tal evento acostumbra a marcar los suelos de mercado. Pues bien, en el entorno de mercado que estamos viviendo no hemos visto todavía un verdadero episodio de capitulación por parte de los inversores aunque, realmente, no estamos seguros de ello ya que desconocemos cuál va a ser el suelo de este mercado bajista, el cual podemos alcanzarlo sin necesidad de capitular.
El paso del tiempo casi todo lo cura
Al final, el tiempo que te mantienes en el mercado es lo que cuenta para un buen resultado de las inversiones y no el intentar salir y entrar periódicamente, ya que las decisiones impulsivas tienden a provocar desastres para los inversores.
Las incertidumbres que invaden ahora los mercados pueden continuar más tiempo, pero es seguro que cesarán y que la mejora de los datos macroeconómicos se producirá y con ella, de manera anticipada, la de los precios de acciones y bonos.
Ya en el siglo XIX, el economista Adam Smith definía la «mano invisible» del mercado como una fuerza guiada por el miedo y la avaricia y de ambos, como inversores al menos, debemos mantenernos alejados. En caso contrario, si nos precipitamos y rompemos el guión de la inversión con visión de plazo, nunca conseguiremos el objetivo de rentabilidad de la cartera: rentabilidad media anual sobre el nivel de tipos de interés en el largo plazo.
El timing de la recuperación
Adicionalmente, como recordaba hace unos días el gestor de Lierde sicav, es importante también tener claro que «los mercados empiezan a recuperar de 6 a 9 meses antes de que los beneficios toquen fondo y de 3 a 6 meses antes de que los indicadores de actividad (ISM, PMI) lo hagan. Tanto unos como otros son, por tanto, indicadores retardados y si esperamos a que estos mejoren nos habremos perdido gran parte de la subida. Históricamente, siempre ha sido la primera fase de la recuperación la más potente y en la que se acumula más del 65% de la rentabilidad del ciclo».
Estar fuera de mercado puede frustrar gran parte de la rentabilidad futura
En esta materia existen estadísticas que toman diversos rangos temporales para analizar lo que indico en el antetítulo. Como muestra, citar que las ganancias totales en periodos de 20 años fueron logradas en 35 días de mercado. Con similar planteamiento, perderse los 5 mejores días de cada año (el estudio cubre los últimos 72 ejercicios bursátiles) reduce la rentabilidad de una cartera de mercado a la mitad y si son los 10 mejores días los que se está desinvertido se malogran el 75% de las ganancias.
El miedo conduce al error
Una causa por la que los inversores acaban dañando su patrimonio es el miedo que asalta a todos cuando las cosas van mal en la economía y, en consecuencia, en los mercados de acciones y de bonos. Los errores de comportamiento inversor son el origen principal de las pérdidas permanentes. Éstos pueden parecer comprensibles porque el mercado puede mantenerse irracional más tiempo del que somos capaces de soportar pero, con la debida ayuda, navegar en la tormenta y permanecer invertido durante los periodos más duros acaba por recompensar la paciencia y la serenidad, características éstas a menudo ausentes en muchos ámbitos de nuestra sociedad actual.
Asesórense bien y sean prudentes.