En situaciones como la vivida con la pandemia del Covid-19 se demuestra cómo las economías y su nivel de empleo se adaptan o no al nuevo entorno que hay que afrontar para superar las crisis. El empleo es probablemente la variable más determinante para la vuelta a la normalidad y al crecimiento ya que la tasa de paro y la capacidad de los países para reducirla al máximo es lo que debería permitir, y no las subvenciones públicas, avanzar hacia el mal llamado y siempre deseado Estado de Bienestar.
Qué ha pasado en Estados Unidos y en Europa
La pandemia generó una destrucción de puestos de trabajo sin precedentes y en EEUU la tasa de paro subió 10 puntos en una semana. En una economía extremadamente flexible, con sus pros y sus contras por supuesto, la recuperación ha sido rápida y ya se han corregido 2/3 de ese aumento de paro como muestra el siguiente gráfico en su evolución mes a mes.
Fuente: Trading Economics
Recuperar el nivel de empleo pre-crisis en EEUU se ha convertido en la prioridad de la política monetaria de la Reserva Federal pues el desempleo es un freno para el crecimiento estructural. De ahí que es posible que veamos una economía americana capaz de crear 600-700 mil puestos de trabajo mensuales de aquí a final de año, lo que le devolverá a la situación de pleno empleo que vimos a final del año 2020, fortaleciendo a la economía estadounidense y a su divisa (prueba de ello el rally reciente del dólar vs Euro que alcanza +3,5% en dos meses).
En la zona Euro, el paro ha subido menos y más despacio y, como era de esperar, la recuperación ha sido también mucho más suave que en EEUU.
Fuente: Trading Economics
El triste caso español
El fuerte crecimiento de la economía española en los años 2014 a 2019 permitió situar nuestra tasa de paro por debajo del 14%, a la cola de Europa pero suponía una fuerte mejora. La crisis económica ligada al Covid-19 la ha vuelto a poner cerca del 16% y con muchas dificultades para bajar. Además de la rigidez de nuestro mercado laboral y las recientes subidas del salario mínimo, nuestro mercado laboral se enfrenta a:
– Una insuficiente e inadecuada formación de buena parte de la fuerza laboral.
– Una limitada movilidad de la mano de obra.
– Una situación de desempleo considerada como normal.
Esto es así hasta el punto de que la pandemia ha transformado a España en el país con la mayor tasa de paro juvenil de toda la OCDE quien indica en un reciente informe que el paro subió entre los más jóvenes (de 16 a 24 años) en más de diez puntos, pasando del 31,5% en el que se encontraba en el comienzo de la pandemia a niveles del 42% alcanzados recientemente. Desoladora situación.
En este deteriorado contexto el Gobierno español acaba de proponer a los empresarios la derogación de varios de los puntos clave de la reforma laboral de 2012 que impulsaron la creación de empleo con el argumento de que en España se debe reducir la precariedad y la temporalidad. Sin entrar aquí en detalles, las organizaciones de empresarios, y recuerdo que son éstos los que contratan y crean empleo, han declarado que esos cambios van a aumentar la rigidez del mercado laboral español y se traducirán en una menor competitividad de nuestra economía y llevarán al mercado de trabajo a una situación regresiva e intervencionista.
Difícil panorama para el empleo en España
Confío en que cambien los planteamientos del Gobierno ya que van en contra de la adaptabilidad que necesitan las empresas para poder generar empleo en la actual coyuntura de incertidumbre y transformación. El hecho de que además vayan en contra de las directrices que nos marca la Comisión Europea en esta materia unido a los miles de millones de euros pendientes de venir a España procedentes de Europa, podrían ayudar a que la razón acabe imperando y la reforma propuesta no avance finalmente. Veremos.
Asesórense bien y sean prudentes.