La guerra comercial impulsada por la Administración Trump sería un episodio apasionante de la Historia si no nos estuviéramos jugando el equilibrio de la economía mundial y de los mercados financieros. En Europa, la inestabilidad también se impone: un Gobierno italiano que combina el populismo de derecha e izquierda, la crisis política en Alemania por la inmigración y, para culminar los desatinos políticos, un diseño del Brexit lleno de contradicciones. En este entorno, parece difícil que las Bolsas suban.
Toques surrealistas de la guerra comercial
El objetivo del Presidente americano es reducir el déficit comercial con países como China pues los intercambios comerciales con este país suponen un 60% de ese déficit. De ahí que la pasada semana se anunciara la imposición de aranceles a productos importados de China por valor de 200.000 millones de dólares.
¿Qué productos? Los que figuran en un listado de más de 200 folios (más de 6.000 categorías de artículos): frutas y verduras, cereales, productos de origen animal, maderas, embarcaciones o material de construcción, productos químicos, combustibles, tabaco y alcohol, textiles, contestadores automáticos y material fotográfico y de video, entre otros muchos. Es decir, todo lo que se les ha ocurrido. Hasta el punto es así que el listado incluye productos que China no importa a EEUU como el gas natural licuado (salvo que, recientemente, alguien haya construido un gasoducto de 11.000 km. bajo el mar), las truchas vivas o los radiocasetes de coche (éstos, realmente, ni siquiera se utilizan ya).
Obsesión con la energía
Otra prueba de la obsesión de Trump con las empresas y el comercio de su país es el cuidado de la gigantesca industria energética estadounidense. No olvidemos que EEUU es autosuficiente en gas y petróleo gracias a su industria de shaleen la que se han invertido cientos de miles de millones de dólares. Así se entiende el último desencuentro entre Merkel y el Presidente americano por el acordado gasoducto entre Rusia y Alemania que permitirá transportar al país germano desde las costas rusas, sin pasar por Ucrania, alrededor de 55.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año.
Italia tampoco ayuda
El nuevo Gobierno italiano quiere implementar una serie de medidas cuyo coste de aproximadamente 100.000 millones de euros es inasumible en la actualidad y podría suponer un grave choque con la Unión Europea (UE). Es probable que la presión de Bruselas consiga que esa cantidad se quede en mucho menos y el discurso del Presidente Conte derive hacia una retórica más nacionalista con la inmigración. Pese a ello, la situación creada no deja de ser preocupante y así lo estiman los mercados financieros donde la prima de riesgo italiana no acaba de bajar tras los fuertes repuntes del mes de mayo (casi dobla la española en estos momentos).
España comienza a resentirse
España está atravesando una fase política que tiene algunos elementos similares a la italiana: medidas populistas de reafirmación de ideas de izquierda, amenaza de nuevos impuestos a sectores de especial relevancia cuyas facturas fiscales siempre se consideran demasiado bajas (banca y tecnología) y retrocesos en la reducción del déficit y en la liberalización del mercado laboral. Todo ello crea incertidumbre y así lo refleja el sector inmobiliario, siempre muy sensible a la evolución socioeconómica del país: ya en el mes de mayo, con el proceso de cambio de Gobierno iniciado, se frenó la compraventa de viviendas en España ya que, segúnlos datos del INE, las transacciones de viviendas crecieron un +4,7% interanual desde el +29,7% anterior, moderándose de golpe el dinamismo de la actividad.
Conclusión de prudencia
Las guerras comerciales destruyen riqueza y pueden provocar cierta desaceleración económica. Igualmente, las tensiones políticas en Europa estimulan las dudas sobre la fortaleza de la UE y la continuidad del Euro. Las últimas declaraciones de Jerome Powell, Presidente de la Reserva Federal, eran más bien tranquilizadoras con respecto al crecimiento de la economía en EEUU, pero también reconocía que las consecuencias del proceso de establecimiento de aranceles iniciado por Trump eran una total incógnita.
Creo que las favorables condiciones del entorno macro no deben hacernos dejar de lado la cautela en las inversiones financieras. Los bajos niveles de liquidez propios del verano y el escaso sentido común que muchos políticos están demostrando, aconsejan también la prudencia.
Asesórense bien y sean prudentes.