Ha coincidido la llegada de la nueva de Primera Ministra en Reino Unido con el fallecimiento de la Reina Isabel II. Liz Truss ha protagonizado el último acto oficial de la longeva y admirada monarca y ya ha comenzado a actuar como líder de un gran país que, con sus virtudes y miserias, como todos, creo que va a liderar la salida de la crisis que estamos viviendo en Europa y recuperará momentos de brillantez para la economía británica.
Las medidas de la Primera Ministra
Liz Truss anunció el pasado jueves la congelación de los precios del gas y la electricidad en el Reino Unido limitándolos para los hogares durante dos años con objeto de aliviar el incremento de gastos domésticos por este concepto. Esto supondrá para las familias un ahorro de unas 1.000 libras (1.150 euros) al año por hogar. Empresas e instituciones públicas, como hospitales y escuelas, también recibirán apoyo pero durante seis meses en lugar de dos años, periodo tras el cual se proporcionará protección especial a los sectores más vulnerables como la hostelería.
Añadió que la «garantía de precio de la energía» de dos años significa que las facturas domésticas promedio no superarán las 2.500 libras (2.900 euros) al año para calefacción y electricidad, reduciéndose así en cerca de un tercio el aumento estimado que se creía que las familias iban a tener que asumir a partir del otoño del presente año.
Los beneficios que pueden traer estas medidas
Son numerosos los frutos que tales decisiones aportan:
– Transparencia en la financiación de las medidas: se financiarán con fondos del Tesoro británico y endeudamiento
– Según estimaciones del Gobierno inglés, se reducirá la tasa de inflación del Reino Unido de 4 a 5 puntos porcentuales.
– Es muy relevante que se haya descartado un impuesto extraordinario a las petroleras y eléctricas y, bien al contrario, se vaya a crear un mecanismo para inyectarles liquidez a través del Banco de Inglaterra por un valor de hasta 40.000 millones de libras esterlinas con el objeto de garantizar que las empresas que operan en el mercado mayorista de energía tengan la liquidez que necesitan para gestionar la volatilidad de los precios (los costes de cobertura con futuros les están creando dificultades de liquidez).
– Se dota de certeza a los ciudadanos sobre sus gastos futuros lo que deberá de impulsar el crecimiento económico ya que la seguridad tiende a desbloquear las decisiones de compra
– Pese a la aparente carga financiera que lo anterior puede suponer, al aumentar la oferta, impulsar la economía apoyada en un incremento del consumo y aumentar la liquidez en el mercado, el Gobierno inglés estima que se reducirá significativamente el costo de esta intervención.
– Se insta a las compañías a buscar maneras de mejorar la eficiencia energética e incrementar la generación directa de energía.
Baño de realismo
Parece que dejar atrás el buenismo engañoso y afrontar con pragmatismo la situación actual va a ser el atributo que caracterizará al Gobierno de la nueva Primera Ministra inglesa. De hecho, ésta también ha revelado que su Gobierno va a:
– Levantar el veto a la fracturación hidráulica (fracking) para impulsar la extracción de hidrocarburos – técnica demonizada en nuestro país y en buena parte de la Europa continental.
– Acelerar todas las formas de energía doméstica, como la producción de petróleo y gas del Mar del Norte
– Negociar contratos energéticos a largo plazo con suministradores de gas tanto domésticos como internacionales para bajar de manera inmediata el coste de la intervención.
– Revisar cómo se puede alcanzar el objetivo de emisiones netas cero de Gran Bretaña para 2050 de una «manera que sea favorable a las empresas y al crecimiento», no a costa de ellos.
Envidia sana
Los resultados de la reciente reunión de los Ministros de Energía de la UE para intentar solucionar la caótica gestión energética han sido mínimos: solo hay un acuerdo para gravar los beneficios extraordinarios de las renovables y nada sobre la gestión de la crisis del gas ruso ni sobre los mecanismos de liquidez y rescate para empresas energéticas a las que penaliza la volatilidad en la cotización de las materias primas energéticas. ¿Por qué no se plantea en el seno de la UE algo parecido a lo que va a implementarse en Reino Unido? Para contestar habría antes que depurar los diversos intereses particulares de los países y la escasa visión del bien común ya que están en la base de la respuesta a esa pregunta.
De ahí que lo que está sucediendo en Reino Unido me inspire sana envidia. De hecho, conforme pasa el tiempo, el Brexit es cada vez más historia y, en estos momentos, el Gobierno de Truss es, a. mi juicio, un ejemplo de cómo afrontar con valentía un entorno nuevo, nocivo y peligroso para el bienestar de los ciudadanos pero gestionable. Y eso es lo que está haciendo la nueva Primera Ministra, gestionarlo. Un servidor, con el Reino Unido como segunda casa, se lo agradece.
Asesórense bien y sean prudentes.