Falso default, ¿engaño a inversores?

No he querido escribir hasta ahora del famoso debt ceiling o techo de deuda, que así se denomina el límite de gastoque normativamente se autoimpone el Gobierno de Estados Unidos confiando en que se logrará solucionar. Sin embargo, más allá del debate político y financiero, puede convertirse en una realidad dentro de unos días (el 1 de junio próximo) y muchos americanos dejarán de recibir pagos desde la Administración y cualquier tenedor de bonos públicos americanos, treasuries, podría no cobrar sus cupones ni amortización de principal. Parece serio. A mi juicio, sólo parece, pues, como dicen los anglosajones, en todo esto hay más humo que fuego.

¿Por qué se llega a este absurdo?

Estados Unidos rebasó su cota de deuda (cantidad máxima de dinero que el Gobierno de EEUU puede pedir prestado de forma acumulativa mediante la emisión de bonos) el pasado mes de enero y, desde entonces, el Tesoro estadounidenses ejecuta «medidas extraordinarias» a la espera de que se alcance un acuerdo entre las dos cámaras de representantes políticos del país. El hecho de que alguna de éstas tenga un signo político diferente al del Presidente, como ahora sucede, complica más las cosas.

¿Qué ha pasado en otras ocasiones?

Históricamente, el debate sobre el gasto y los niveles de deuda siempre ha acabado resolviéndose con un acuerdo entre los dos partidos de EEUU pero, previamente, ha dado lugar recurrentemente a momentos de tensión y los mercados financieros no son inmunes a ella. Esto que parece insólito ha ocurrido 78 veces desde 1960 (la ley en que se apoya data de 1917) y acostumbra a solucionarse, como digo, mediante un acuerdo entre partidos. Es decir, ya  hemos estado aquí otras veces.

¿Cuál es la situación hoy y cómo están reaccionando las Bolsas?

Las partes siguen negociando un acuerdo para evitar el riesgo de impago y los mercados de acciones y de bonos se agitan. No obstante, debemos recordar que el único episodio en el que las bolsas han caído de manera relevante por esta cuestión fue en 2011 – retrocesos del 15% -, tras la bajada de rating de la deuda gubernamental estadounidense por parte de Standard & Poors. En el resto de las ocasiones las Bolsas no han sufrido por este problema. En estos momentos, creo que la renta variable se mueve más por la fragilidad de la banca regional y el riesgo de una extensión en la fuga de depósitos que por el miedo a las consecuencias del debt ceiling. De hecho, algunas buenas noticias procedentes del sector bancario han impulsado los índices bursátiles americanos. 

¿Y en la renta fija?

Se ha producido un encarecimiento del coste de cobertura (activo denominado CDS para cubrir impagos) de la deuda de EEUU y una ampliación de los tipos de interés a muy corto plazo. En todo caso, poco relevante, máxime si consideramos la escasa liquidez de este tipo de activos de cobertura y el hecho de que las Letras emitidas a corto plazo son las que se han disparado en rentabilidad  al coincidir su vencimiento con el momento límite.

Entonces, ¿los mercados hacen oídos sordos al ruido mediatico?

Así es. El miedo que intentan inspirar muchos titulares que dicen que se acerca el default en el pago de la deuda pública si no se alcanza un acuerdo desaparece de inmediato cuando se toman en consideración los ingresos que el Gobierno de EEUU recibe vía impuestos (cada vez más altos por el efecto de la inflación y la finalizacion de exenciones de la época de Trump). Otra cosa es el gasto social (Medicare, Medicaid, Social Security) que ha crecido notablemente en los últimos años (supone ahora casi el 11% del PIB americano) y que podría experimentar retrasos en los pagos.

El verdadero debate está en el gasto social y en los impuestos

Comparto la visión del analista americano First Trust sobre que Estados Unidos deberá reformar sus programas sociales o subir más los impuestos y dependerá mucho de quién venza en las elecciones de noviembre de 2024 para ver cuál es el camino elegido. Reducir el gasto social puede crear una fase de inestabilidad pero el sector privado puede compensarla con creación de puestos de trabajo y con el impulso que ello supone para el PIB. En cambio, muchos americanos creen que unos impuestos más altos sólo revertirán en una Administración pública más grande.

Se trata de lo que el citado analista llama creeping europeanization (tramposa europeización) y que puede acabar destruyendo empleo y reduciendo el ahorro y la inversión, en un proceso gradual que pasa desapercibido y que, cuando te quieres dar cuenta, ha llevado los tentáculos de la Administración a todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos. De eso, lamentablemente, sabemos mucho por estos lares.

Asesórense bien y sean prudentes.

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