El final del mes de enero ha sido agitado en las Bolsas. La aparente batalla entre pequeños inversores minoristas y grandes fondos de inversión provocó un pico de volatilidad y caídas generalizadas de la renta variable. Superado el episodio y vista la gran presencia mediática de éste y de otros tipos de inversión de alto riesgo e incierto comportamiento, hoy me centraré en comentar dos inversiones u orientaciones de inversión para las que recomiendo vivamente mantenerse alejado, o sea, no hacerlas.
Jugar con acciones
Lo que digo en el antetítulo es lo que hicieron miles de inversores en Estados Unidos con el objetivo más bien ficticio de perjudicar a algún gran fondo tipo hedge fund (fondos con líneas de inversión concentradas y/o apalancados) que tenía posiciones cortas sobre compañías cotizadas (es decir, operaciones de venta de la acción sin tenerla que se benefician si cae su cotización). Ello elevó el volumen de negociación de Wall Street que llegó a batir su récord histórico y disparó la volatilidad (índice Vix) un 62%. El movimiento inicialmente se centró en la compañía GameStop pero se contagió con rapidez a muchos valores, sobre todo de pequeña capitalización y reducido precio en su cotización – penny stocks -, y creó cierto pánico vendedor en el mercado americano con el consiguiente contagio al resto de los principales mercados de acciones mundiales.
¿Qué hubo en la base de todo lo anterior? La actividad de algunos brokers con intereses espurios que convencieron a través de redes sociales a muchos inversores mal asesorados a invertir en Bolsa de manera desconectada de fundamentales o valoraciones de las compañías y hacerlo sobre todo a través de productos derivados para apalancarse (invertir con un dinero que no se posse). Una pena.
Esta es la primera práctica de la que debemos mantenernos alejados: dejarse llevar por movimientos del tipo descrito por mucho que la ganancia potencial pueda ser elevada (también lo será la pérdida). Siempre habrá foros y algunos medios de comunicación que vendan las bondades de comprar o vender un valor u otro pero también existirán buenos asesores para valorar correctamente esas tendencias y recomendar lo más adecuado a cada inversor.
Bitcoin y sus hermanas
Las criptodivisas siguen siendo grandes desconocidas para la mayoría de inversores pero sus fuertes subidas en determinadas fases atraen a muchos. Sin embargo, no creo que estemos ante un activo apto para formar parte de una cartera de inversión pues se trata de un mundo absolutamente ajeno a la situación financiera del momento y a la solvencia del sistema, sin respaldo fiduciario ni real, y cuyos únicos colaterales residen en la información que se asienta en cadenas de ordenadores y cuentan con una liquidez más que incierta. No son depósito de valor y no sirven de cobertura en carteras. Las criptomonedas sólo son válidas, a mi juicio, como vía para especular para aquél que busque fuertes emociones y acepte su comportamiento errático y su iliquidez. Si no se tiene esa visión, mejor mantenerse alejado.
Además, de cumplirse lo que el analista y gestor Juan Ignacio Crespo exponía hace unos días mostrando el posible paralelismo del comportamiento del índice S&P y de la cotización del bitcoin, el futuro cercano de éste no sería nada favorable:
Comportamiento del índice S&P 500 y bitcoin en 2018 y en 2021:
Conclusión: énfasis en los fundamentales, no en los flujos a corto plazo
Aunque determinados posicionamientos y flujos puedan añadir volatilidad a corto plazo, es la macroeconomía y los factores fundamentales los que impulsan los mercados a medio plazo: las políticas de los bancos centrales y las perspectivas de beneficios, sumadas ahora a las medidas de vacunación que esperemos sean cada vez más amplias, marcarán la evolución de los mercados durante los próximos meses y apuntan a más potencial alcista de la renta variable de calidad y ligada a las grandes tendencias de crecimiento que se mueven en el ámbito ESG (socialmente responsables).
Asesórense bien y sean prudentes.