Finaliza el primer mes de 2022 con un duro impacto para los inversores. Se han visto cosas poco frecuentes con volatilidad intradía extrema en el índice S&P 500 y fuertes caídas en compañías de todo tipo en el sector tecnológico, tanto en las grandes que tienen beneficios robustos como en las pequeñas de mayor crecimiento que todavía están en pérdidas. De hecho, las siete grandes big tech explican casi un 40% de la caída del -8% que registra el S&P 500. La Reserva Federal (FED), por su parte, continúa con su discurso de restricción monetaria: fin de las compras de bonos (QE) en marzo, primera subida de tipos tal vez ese mismo mes, seguramente más subidas este año de lo que el mercado asumía y reducción del tamaño de su balance tan pronto como sea posible.
¿Tanto cambia el escenario para los mercados con respecto al pasado año tras la agresividad mostrada por la FED?
Lo más importante de la hoja de ruta de la FED no ha variado significativamente ya que sabíamos que iba a actuar así, solo que los mercados están decantándose por que ese punto de mayor agresividad que ahora se transmite vaya a mantenerse o incluso acrecentarse. Lo anterior dependerá de los datos de inflación que se vayan publicando y, especialmente, de los ligados a la inflación salarial.
Actuando así, la autoridad monetaria americana se cura en salud por si esos indicadores suben demasiado y, a mi juicio, el mercado está sobrerreaccionando como acostumbra. Los bancos centrales no quieren estrangular el crecimiento por lo que si los salarios no se disparan y a poco que el coste de la energía se modere y ello se refleje en menor inflación, el mensaje desde cada autoridad monetaria se atemperará. Así lo dijo Powell el pasado 28 de enero: «…nos guiaremos por los datos que vayamos conociendo y por la evolución de las perspectivas». Veremos entonces.
¿Hasta qué punto está descontado el conflicto en torno a Ucrania?
El conflicto Ucrania/Rusia es otro caso de sobrerreacción ya que se está descontando en exceso un escenario de eventual enfrentamiento militar el cual es harto improbable. No estamos ante una nueva crisis pues el conflicto se inició con la invasión rusa de Crimea y la ocupación por parte de grupos prorrusos de la región de Dombás, en el este de Ucrania, donde desde 2014 ya han fallecido cerca de 14.000 personas.
Ahora se mezcla lo emocional del líder ególatra (Putin considera que Occidente ha convertido a Ucrania en una plataforma antirrusa y que es algo que debe resolver) y lo geopolítico (temor ruso a que Ucrania se convierta en una plataforma para una alianza militar con la OTAN y por lo tanto albergue misiles y tropas de esa alianza). Al final, por mucho que Biden afile su discurso buscando blanquear su fracaso en Afganistán, aunque la tensión se prolongue, la probabilidad de un conflicto armado es altamente remota.
¿Debe cambiarse la cartera?
Si un inversor finalizó 2021 con diversificación y pesos en activos de riesgo razonables con el actual entorno económico (crecimiento claramente por encima del potencial) y acordes con su perfil de riesgo, no debería hacer grandes cambios por ahora más allá de reajustes ligados al momento del ciclo en que nos encontramos. Sobre el planteamiento que explicaba en este blog hace ahora una semana, insistir en la conveniencia de infraponderar la renta variable americana por su mayor exposición al estilo Growth, la preferencia por el estilo value+quality (cotización por debajo de precio objetivo, fuertes ingresos recurrentes, bajo apalancamiento, etc.) que en períodos de inflación defiende mejor sus márgenes y, finalmente, viendo la debilidad y temores de los mercados en estos momentos, valorar si merece la pena bajar algo el peso de Bolsa.
Eso sí, sin buscar un timing óptimo de entrada/salida en mercado dado que lo normal en caso de salir de activos de riesgo en fases de caídas que no se apoyan claramente en datos macro es que el momento de volver a entrar en mercado te coja con el pie cambiado, es decir, que en la mayoría de ocasiones la mejor estrategia es mantener las luces largas y seguir invertido siempre que la cartera, ex ante, esté bien estructurada y diversificada.
¿Podría estar comenzando a estallar una burbuja?
Además de recordar que una burbuja no es tal hasta que no explota (hasta entonces puede ser un sobrecalentamiento de distinta graduación), debo recordar que las voces de los analistas más reputados son francamente divergentes a este respecto.
Me quedo con la visión de hace unos días en el Financial Times (texto en inglés) que escribía la editora del semanal Money Week que venía a recordar los factores de la ecuación que determinarán la evolución de los mercados de acciones: subidas de tipos de interés y beneficios empresariales. Los primeros en contra, más en EEUU que en Europa, y los segundos acompañan aunque sus alzas se frenarán si el ciclo también lo hace. Por ello, es cierto que, a veces, como dice la citada analista parafraseando el dicho de que más vale pájaro en mano…: ·»a bird in the hand is worth a lot more than an electric flying car in the bush». O como un servidor acostumbra a escribir en este foro: no sólo de acciones y tecnología vive el inversor.
Asesórense bien y sean prudentes.