Buscando refugio: ¿hay alternativa?

La primera semana de mayo ha sido un buen ejemplo del tormentoso entorno en que se están moviendo las economías en Occidente: inflación aparentemente desbocada, miedo a que las alzas de tipos de interés no frenen las subidas de precios, el riesgo de recesión en el horizonte cercano… De ahí que viéramos cómo el pasado jueves el optimismo tras las palabras de Powell (FED) durara apenas una sesión y las  bolsas retomaran las caídas  lideradas por el sector tecnológico. Y ello a pesar de que  los resultados en agregado tanto en Estados Unidos como en Europa están siendo positivos con sorpresas al alza que alcanzan el +4% y el +10% respectivamente. Difícil contexto para los inversores más conservadores/prudentes que buscan refugio para sus carteras.

¿Hay o no hay alternativas?

Tras la crisis económica y de mercados ligada a la pandemia en la primera parte de 2020, el denominado en argot financiero  episodio TINA, o There Is No Alternative (no hay alternativa), abocó a buena parte del mundo inversor a comprar/incrementar renta variable en sus carteras. Hoy, a mi juicio, esa fase la podemos dar por acabada.

A fecha de hoy, podemos afirmar que el año 2022 es hasta ahora  el peor de los últimos 50 años del mercado de bonos de EEUU ya que acumula unas pérdidas del -10,2% tras poco más de cuatro meses transcurridos. En esta materia, en Europa las cosas no son muy distintas. Esto está  creando una oportunidad  para el inversor que por ahora se centra más en EEUU como contaba hace unas semanas en este blog. En Europa, pese a las alzas de los tipos de interés en todos sus plazos, desde el Euribor año que ya está en territorio positivo hasta el bund alemán con rentabilidad que supera el 1% (-0,2% a comienzos de enero pasado), me temo que todavía vamos a ver tipos más altos a lo largo de los próximos meses.

Creo que cualquier aumento de la rentabilidad de la renta fija a partir del momento actual la hace tan atractiva como objeto de inversión que  lo más probable es que empiecen a aparecer compradores que vuelven a considerar los bonos como una alternativa válida para obtener rentabilidad y compensar la volatilidad de la bolsa.

Si esto se cumple, las subidas de tipos en los tramos medios y largos de la curva dejarán de hacer daño a la renta variable y las caídas de las bolsas tenderán a frenarse. Podríamos así estar  más cerca de la estabilización  en las cotizaciones de los mercados de bonos y de acciones.

El caso de España

En la última subasta de  bonos a cinco años  del Tesoro español se adjudicaron 2.740 millones de euros (¡frente a una demanda cercana a los 4.000 millones!) y la rentabilidad marginal se situó en el  1,407%, muy por encima del 0,597% ofrecido en la subasta anterior.

Este movimiento al alza de la rentabilidad de la deuda pública española es altamente llamativo y aún lo es más si miramos dónde se situaba a comienzos de año cuando la citada referencia  a cinco años  ofrecía un -0,2% de rentabilidad. Además del acontecimiento que ello supone para el inversor, la necesidad de que el Gobierno español ajuste y racionalice el gasto público es ya imperiosa si no queremos que los intereses del servicio de deuda lleven al déficit público a niveles insoportables para mantener la confianza de nuestros financiadores.

Conclusión positiva y realista

Los bonos, públicos y privados, empiezan a ser  competitivos en relación a las acciones  al ofrecer una rentabilidad que iguala o supera en muchos casos a la de los dividendos y esto, implícitamente, puede favorecer a las cotizaciones en las bolsas como explico más arriba. Y por cierto, los mejores mercados de acciones europeos en este ejercicio son el inglés (¿quién dijo que el Brexit hundiría la economía británica?) y, atención, el español, lo que probablemente veamos continuar durante el resto del año.

Asesórense bien y sean prudentes.

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