No creo que tengamos sustos en el corto plazo, las cosas pueden cambiar y, como mínimo, habrá probablemente en los próximos meses unos cuantos elementos que perturbarán la estabilidad financiera.
Contaba hace unos días en esta columna las razones por las que creía que los mercados de acciones y de bonos en los países desarrollados podrían continuar su favorable evolución del primer semestre del presente año. Pues bien, el fulgurante comienzo del mes de julio no ha podido seguir más de cerca las predicciones que ahí se hacían. Buen escenario, por tanto, para los mercados. Pero… por ahora, claro. Aunque no creo que tengamos sustos en el corto plazo, las cosas pueden cambiar y, como mínimo, habrá probablemente en los próximos meses unos cuantos elementos que perturbarán la estabilidad financiera.
De momento, no hay cansancio inversor y el dinero fluye
Los buenos datos de inflación a ambos lados del Atlántico refuerzan el discurso de bolsas alcistas y el de renta fija apreciándose poco a poco. Los mercados elevan el nivel de probabilidad de las bajadas de tipos por parte de los bancos centrales y en EEUU ya se descuentan dos en 2024 y hasta tres rebajas en la Eurozona y en el Reino Unido, lo que hace más atractiva la entrada de dinero en activos de riesgo en general, tanto acciones como bonos.
De hecho, se aprecia bastante margen para que los rendimientos de los bonos bajen (sus precios suban) en los próximos 6 a 12 meses y la relación rentabilidad/riesgo de la duración siga mejorando.
Esperando resultados, vuelve la «avaricia»
Las principales bolsas americanas han logrado nuevos máximos apoyadas en buenos datos macro y las europeas han retomado el impulso gracias a la buena evolución del consumo y del empleo. Todo ello proporciona una inercia favorable a los mercados de acciones que esperan un alto nivel de calidad en los resultados de la mayor parte de compañías y que la tecnología siga aportando noticias positivas.
Lo anterior ha llevado al denominado Fear & Greed index (“índice de miedo y codicia”), creado por CNN Business, a niveles muy positivos soportando así un favorable sentimiento de mercado que apoya las subidas:
Las zonas emergentes deberían contribuir cada vez más
Aunque con un crecimiento desequilibrado y que no acaba de arrancar (fuertes exportaciones pero una demanda interna que no recupera, si bien el banco central tiene todavía munición expansiva), la economía china debería de prosperar e impulsar a todas las zonas emergentes asiáticas. El buen momento de las materias primas ayudará asimismo a los principales países de Latinoamérica. Todo suma para considerar la exposición a mercados emergentes, tanto de renta variable como de renta fija, como algo propicio dentro de una cartera diversificada. Además, lo anterior fomentará que Occidente mantenga el pulso del crecimiento en 2024.
Contar con bonos a corto plazo pero sin olvidar favorecer progresivamente los vencimientos intermedios
Si las cosas se tuercen, los bonos serán el salvavidas. Como nos recuerda la gestora Pictet en un reciente informe, “al observar la curva de rendimientos del crédito Investment Grade, tiene sentido invertir en el tramo inicial ya que las curvas de crédito se mantienen prácticamente planas o incluso invertidas…”. Sin tener que asumir una volatilidad adicional debido a una mayor Duración, añado.
No obstante, continúa la gestora suiza, “es una situación que probablemente no perdurará, las inversiones de curva representan un mundo anormal donde cuesta menos pedir prestado a largo plazo… y podemos esperar que las curvas se vuelvan a inclinar en algún momento…”.
A mi juicio, combinar bonos a corto a plazo con otros de Duraciones intermedias podría darnos satisfacciones en cualquier entorno y especialmente en uno de deterioro de datos macro.
Los riesgos continúan y cierto cansancio inversor podría estar a la vuelta de la esquina
No obstante, por el lado de los riesgos, existen factores que podrían cambiar el buen momentum actual:
– Que la inflación se reavive llevando a la Fed a reconsiderar subidas de tipos. El riesgo de que ocurra es mínimo, según lo puesto en precio tanto en el mercado de renta variable como en el de renta fija. Sería negativo para la renta fija.
– Deterioro de la liquidez que impulse outflows en renta variable y que podría provocar un retroceso generalizado de todos los tipos de activo.
– Malos datos de crecimiento que pongan en duda los fundamentales de la renta variable en general, provocando un giro del sentimiento inversor hacia la prudencia. Sería bueno para los sectores más defensivos en Bolsa y, sobre todo, para la renta fija.
– Un “cisne negro” (evento totalmente inesperado y muy negativo para el sistema), especialmente en materia geopolítica: un centímetro ha separado de la muerte en atentado al que esta semana, sin duda alguna, va a salir elegido como candidato oficial republicano y, probablemente, venza en las elecciones de noviembre en EEUU. La convulsión por el asesinato de Donald Trump hubiera sido de órdago, al menos en el corto plazo. Los bonos soberanos y el oro actuarían de refugio.
En definitiva, aprovechemos el buen momento económico y de mercado, pero no nos confiemos y contemos tanto con buenos paracaídas como con pólvora seca en las carteras ya que los riesgos están ahí. Además, baja volatilidad como la actual, unida a un exceso de confianza y concentración de alzas en pocos valores junto a indicadores de sentimiento alcistas, combinan un cóctel que acostumbra a generar correcciones. Asesórense bien y sean prudentes.