Muchos recordarán el recién finalizado primer semestre de 2017 como el de la desaparición de Banco Popular. Insólito y triste episodio que acerca a nuestro sistema financiero al final de su reestructuración tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008. Los mercados, por su lado, han acabado junio dando menos de lo que podría parecer si uno echa un vistazo rápido a la evolución de los índices: la rentabilidad ha ido por barrios y hay claros perdedores y ganadores. En el semestre que ahora comienza no deberían cambiar mucho las cosas: bolsas dando más que quitando y bonos con rentabilidades mínimas y elevado riesgo de precio.
Ganadores y perdedores en el 1S-17
El comportamiento más favorable ha estado en la renta variable y dentro de ésta en la periferia europea donde los índices bursátiles de España, Portugal, Italia en menor medida y, sobre todo, Grecia, han logrado elevadas rentabilidades: en torno al +10% los tres primeros y un +28% el país heleno. Tras las caídas de final de junio, el índice Eurostoxx ha subido un escaso +5% y el S&P 500 un +8%, si bien esta rentabilidad se evapora totalmente si no se ha cubierto Dólar.
La divisa americana, súper recomendada por muchos analistas a principio de año, ha sido uno de los activos claramente perdedores en el semestre cayendo un 8% con respecto el Euro. En la misma proporción, pero subiendo, se ha comportado el oro. El precio del petróleo, errático todo el semestre, ha caído un 20%, relajando las que parecían incipientes tensiones inflacionistas del mes de diciembre pasado.
El peso de la deuda y la recuperación de los beneficios seguirán marcando la pauta
Como recordaba Cristophe Morel, economista jefe de Groupama, hace unos días en una conferencia en Madrid, el elevado nivel de endeudamiento, el retraso de la inversión, el fin del dividendo demográfico y el aumento de las desigualdades, son frenos que pesan sobre las trayectorias de crecimiento sostenible. Mientras el endeudamiento siga en niveles altos, el desequilibrio ahorro/inversión persistirá y los tipos seguirán bajos pues el exceso de ahorro con respecto a la inversión requiere de tipos de interés de equilibrio muy bajos a largo plazo.
En este entorno, durante el segundo semestre, va a continuar siendo preferible sobreponderar la bolsa en las carteras ya que las condiciones económicas y financieras, la reducción de los riesgos políticos en Europa y la mejora de la rentabilidad empresarial lo justifican. Además, estos propicios beneficios empresariales (más en la Eurozona que en EEUU) deberían de compensar en los precios de las acciones una eventual subida de tipos de interés de la renta fija, especialmente de la Deuda Pública. Ésta última sigue siendo el activo con menor atractivo (las “estrategias de salida” de los Bancos Centrales acrecientan su riesgo), salvo por su potencial efecto de cobertura en caso de situaciones de estrés de mercado.
Los riesgos siguen ahí pero con menos fuerza…a excepción del petróleo
Superado en gran parte el riesgo político en Europa, confirmada la aparente continuidad del crecimiento en China y relajada la tensión ligada al Presidente Trump, es en el precio del petróleo donde se encuentra el mayor riesgo para los mercados en el semestre que ahora comienza. La influencia de la cotización del crudo en el high yield o bonos de alto rendimiento, especialmente en EEUU, podría devolvernos al escenario de final de 2015 – principio de 2016 cuando se produjo un período de alta correlación positiva entre bolsas y precio del petróleo: cuánto más bajaba éste, más se hundían las bolsas. A mi juicio, un desplome de la cotización del crudo es el riesgo a vigilar.
Cero complacencia
La estrategia que resume mi recomendación para el segundo semestre de 2017 se concreta en esta frase: mejor bolsa que bonos pero cero complacencia. Intensificar una diversificación eficiente, la gestión activa y la búsqueda selectiva de valor (muy recomendable la lectura de la tribuna de los gestores de Lierde Sicav sobre la digitalización) tanto en renta variable como en renta fija, serán los catalizadores para lograr un buen ratio rentabilidad/riesgo.
Semanas como la última de junio con caídas en torno al 3% en los principales índices europeos recuerdan la fragilidad de la renta variable en períodos como el actual en que el crecimiento en varias áreas sigue siendo débil y los Banco Centrales todavía no han recuperado suficiente munición para afrontar una ralentización y menos aún una posible recesión.