Los lectores de este blog conocen mi visión sobre los llamados riesgos geopolíticos: siempre acontecen eventos ligados a los Gobiernos y sus políticas que afectan al mercado y ahora no es una excepción. Sucede que creo que nos encontramos en una fase en la que el nivel de falsedad en la comunicación de muchos de los hechos que están condicionando negativamente el devenir de los mercados está en máximos.
El Brexit que nadie quiere
Las encuestan dicen que la mayoría de los británicos quieren otro referéndum. Realmente, tras la chapuza del primero y la caótica negociación que se está llevando a cabo para dar forma a la salida, se ha generalizado el sentimiento de no desear ya que el Reino Unido abandone la Unión Europea o, al menos, no quererlo en los términos que se están negociando con Bruselas.
En el desarrollo del fenómeno del Brexit subyace la desunión existente en el Partido Conservador británico que, no lo olvidemos, fue el impulsor del referéndum de hace dos años. El deseo de numerosos líderes conservadores de echar a la Primera Ministra Theresa May podría llevar a una convocatoria de elecciones generales a lo que May, aferrada al poder, se resiste. De acuerdo con la visión de la gestora británica Bluebay, los laboristas que en su momento defendían el Brexit podrían acabar gobernando en caso de nuevas elecciones y su líder Jeremy Corbyn encabezando el Gobierno que pospondría, y quizás abandonaría, el Brexit de May.
A mi juicio, May está anteponiendo su propio interés al del pueblo británico que sufriría, en forma de pérdida de empleo y de calidad de vida, los efectos de un “Brexit duro” (sin acuerdo con Bruselas) al que su falta de apoyos políticos está abocando al país. De hecho, en el Congreso Tory que tuvo lugar a principio de octubre, la Primera Ministra reconoció que “será duro al principio, pero la resistencia del pueblo británico permitirá que el país salga adelante”, en lo que parecía una metáfora de transfiguración con Churchill y sus arengas al pueblo pidiendo fuerza y sacrificio durante la II Guerra Mundial.
Desequilibrios contra EEUU en la base de la Guerra Comercial
Me recordaba un reciente análisis de la gestora estadounidense First Trust que los EEUU han subvencionado el crecimiento global durante décadas. Según la Organización Mundial del Comercio, hasta la llegada de Trump, el arancel medio con el que EEUU gravaba las importaciones era del 3,4%, el más bajo entre las grandes potencias comerciales, pues en Canadá esa tarifa media era del 4%, en la Unión Europea del 5,1%, en México del 6,9%, en China del 9,8% y en Corea del Sur del 13,7%. Es decir, EEUU era el país más barato a donde exportar.
Si analizamos la tasa impositiva de las empresas americanas, también podemos llevarnos una sorpresa. Resulta que las empresas estadounidenses han estado pagando en los últimos 25 años un Impuesto de Sociedades a un tipo mucho más alto que la media mundial de este impuesto: por encima del 35% en EEUU y por debajo del 25% en el resto del mundo. Ahora, la Administración Trump ha bajado el tipo de este impuesto al 21%.
Teniendo en cuenta lo anterior, pueden entenderse mejor las medidas adoptadas por el Gobierno de Trump dirigidas a defender su economía reduciendo los desequilibrios existentes en aranceles e Impuesto de Sociedades que penalizaban a las empresas estadounidenses. Otra cosa es la falta de negociación previa y las malas formas que el Presidente americano utiliza para cualquier cosa que comunica y que parece sus asesores no consiguen enmendar.
Veremos cómo acaba la guerra arancelaria actualmente en marcha. Mientras, no podemos negar dos realidades: el hecho de que EEUU sufría un peor trato arancelario en relación a otros países y la posibilidad que se abre a la comunidad internacional para renegociar un nuevo marco para el comercio internacional que acabe siendo una palanca para el crecimiento global.
Los Presupuestos de la debacle
Parece que al Gobierno español no le gusta el crecimiento logrado por la economía estadounidense (va para diez años de incremento de PIB ininterrumpido), pues en los Presupuestos Generales del Estado ha optado por políticas absolutamente opuestas a las del país americano. Me refiero al incremento de gasto y al aumento de impuestos que afecta especialmente al tejido empresarial español.
La forma de disfrazar esta realidad la exponen impecablemente varios periodistas de Expansión en el artículo “Las trampas de las cuentas pactadas entre Sánchez e Iglesias” cuya lectura recomiendo para entender las incongruencias y contradicciones de estos Presupuestos Generales que, a mi juicio, podrían ser el germen de una nueva recesión de la economía española. Confío en que una postura firme de la Comisión Europea que impida el programado desvío del déficit público y las prebendas que, previsiblemente, los partidos nacionalistas van a exigir para dar su voto, consigan que el texto no sea finalmente aprobado.
Asesórense bien y sean prudentes.