A punto de finalizar el primer trimestre del presente año 2016, nos encontramos peor de lo que lo comenzamos en cuanto a la evolución de la mayoría de índices bursátiles y cotizaciones de compañías en general (-8,6% Eurostoxx 50, -1% S&P 500 y -11,3% Nikkei), pero creo que mejor en lo que se refiere a la claridad en la perspectiva de mercado que, estimo, se torna ahora más favorable para la renta variable. Algunos de los males de fondo para la economía global (frenazo en el crecimiento chino, temor ante las subidas de tipos en EEUU y desplome del precio del petróleo) han ido perdiendo fuerza y, lo que es más importante, se ha avanzado en la identificación y posible resolución de la que considero principal causa de las dudas surgidas sobre la economía mundial y de las turbulencias sufridas por las bolsas: la guerra de divisas.
Los Bancos Centrales no pueden con todo
Así lo escribía en el análisis de las últimas medidas tomadas por Mario Draghi y el BCE que desarrollé en este blog. Ahí insistía en que una estrategia basada exclusivamente en la impresión de dinero está destinada al fracaso y definía como una medida indispensable para las economías de los países desarrollados, especialmente para la europea, la coordinación en el ámbito internacional de la lucha contra las devaluaciones competitivas que nos hacen importar deflación. Pues bien, parece que algo hemos avanzado.
Dólar fuerte: un problema fundamental identificado
Leía recientemente un documento de análisis de Dominic Rossi, responsable máximo de renta variable del grupo financiero estadounidense Fidelity especializado en gestión de activos, en el que, sin citar expresamente la guerra de divisas, señalaba la dispersión de las políticas monetarias de los banqueros centrales y sus consecuencias sobre las principales divisas como una seria amenaza para la economía mundial y la estabilidad financiera. Rossi atribuye a la fortaleza del dólar el ser el catalizador de las últimas fases de caídas en las bolsas debido a que las cotizaciones de muchos activos en los mercados financieros, entre ellos todas las materias primas, se denominan en dólares y sus cotizaciones debían ajustar con caídas el movimiento alcista de la divisa estadounidense.
Considero que un dólar demasiado fuerte y durante tiempo excesivo podría provocar un desapalancamiento desordenado de varias economías de Asia, con la China a la cabeza, y ello desencadenar una nueva recesión global. No olvidemos que la deuda conjunta, pública y privada, de la economía china equivale al 350% de su PIB y una parte sustancial está expresada en dólar americano. La fortaleza de la divisa americana no solo dañaría a la economía de los EEUU, sino al propio ciclo del crédito y a los flujos de capitales, sobre todo, insisto, en China. Y ya hemos experimentado la negativa reacción de los mercados ante los problemas provenientes del gigante asiático.
Coordinación entre bancos centrales
El economista de Fidelity refleja en su informe que las últimas actuaciones de los bancos centrales muestran un nivel de coordinación en relación con las divisas mucho mayor que el observado en el pasado reciente y prueba de ello son:
- Los mensajes del Banco Popular de China expresando su deseo de evitar ulteriores devaluaciones del yuan y actuando en el mercado de divisas en ese sentido.
- La búsqueda permanente de equilibrio por parte del BCE entre las medidas expansionistas y la estabilidad financiera.
- La postura cada vez más acomodaticia y pragmática de la FED en el proceso de subidas de tipos de interés iniciado en diciembre del pasado año.
Rossi reconoce que no cree que estemos ante el comienzo de una fase de depreciación de la divisa americana, pero sí se muestra convencido de que la tendencia de apreciación del dólar que empezó a mediados de 2014 puede darse por finalizada. Y añade que los riesgos de deflación se han reducido gracias al fuerte ritmo mostrado por la economía estadounidense impulsada por su demanda doméstica y que la relajación de las condiciones financieras de la Eurozona acabará por facilitar un período de crecimiento estable que apoyará un nuevo período alcista de las bolsas (recordemos que la renta variable europea ha caído en media más del 20% desde la primavera de 2015)
La paciencia tiene su recompensa (si se invierte bien)
Invertir en renta variable debe siempre comportar una visión de medio-largo plazo. En caso contrario, el inversor no soportará la volatilidad inherente a este tipo de activo financiero. Si se cumple el escenario descrito y la economía europea va ofreciendo signos de fortaleza, cosa que considero muy probable, veremos cómo llegan las recompensas a las inversiones bien escogidas.
Por ello, para acabar este post de final de trimestre, me parece muy adecuada la reflexión que hace unos días realizaban los talentosos gestores de Lierde Sicav, vehículo de inversión generalista sobre el que ya he escrito aquí. Así se pronunciaban al cierre de mercado del pasado jueves: “En nuestra modesta opinión, lo más importante es que la recuperación del ritmo de crecimiento se confirme semana a semana, mes a mes. Ese escenario seguramente afectará negativamente a corto plazo a los mercados (como esta semana) por sus efectos sobre las políticas monetarias, pero ¿hay algo mejor que la confirmación de un escenario de crecimiento para la inversión a largo plazo en negocios de economía real? Nada que añadir.