El mandato de Mario Draghi como Presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha llegado a su fin. Pasará a la historia como aquél que salvó al Euro y con éste al sistema financiero europeo. Se despidió dejando los tipos de interés al 0%, la tasa de depósito para los bancos en el -0,5% y la previsión de reiniciar el programa de compras de deuda en noviembre. ¿Y ahora qué? ¿Volveremos a acercarnos al borde del precipicio?
Operación salvamento
El 26 de julio de 2012 Draghi pronunció en una rueda la prensa las palabras que han quedado como marchamo de su etapa en el BCE: “De acuerdo a nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. Comenzaba en ese momento la política monetaria ultraexpansiva que todavía hoy se mantiene.
Aquello fue un punto de inflexión en la crisis de deuda que amenazaba con hacer quebrar al Euro y al sistema financiero europeo. Alemania permitió a Draghi salvar al Euro e implementar su arsenal de medidas de relajación monetaria para evitar que quebrara su propio sistema bancario, ya que los bonos griegos y de otros países de la periferia europea pesaban entonces como una losa en los balances de los bancos alemanes.
Y Draghi mantuvo el rumbo
Una vez rescatada la Eurozona, el BCE no sólo ha mantenido sino que ha intensificado su política monetaria expansiva con el fin de impulsar la recuperación económica inundando los mercados de dinero barato. El temor a un impago o reestructuración de la deuda emitida por algún país miembro continúa latiendo en la economía europea y ésta es una materia en que, sin duda, más vale prevenir. Políticos y banqueros alemanes obsesionados con la inflación han intentado en varias ocasiones frenar la actuación de Draghi. Felizmente para los países del Sur de Europa y para los mercados financieros en general, no lo han conseguido.
Pero no logró cambiar la política fiscal de los Estados
Muchos acusan a Draghi de que sólo ha conseguido ganar tiempo y de que no ha logrado que los países europeos con superávit presupuestario adoptaran una política de gasto más resuelta que sirviera para estimular la economía y superar los desequilibrios que nos llevaron a la crisis. Creo que tal crítica tiene poca base pues lo que subyace en la actuación de la mayoría de Gobiernos europeos es su propio interés, ni siquiera el de su nación sino el de su partido político y su deseo de salir reelegidos. La desunión entre los países miembros sigue marcando el devenir de la Unión Europea y entorpeciendo su progreso económico. Todavía nos separa mucho de Estados Unidos y no parece que eso vaya a cambiar.
Despedida y llegada de la sucesora Lagarde
En la última reunión del BCE, Draghi insistió en la necesidad de impulsar la inversión de los Estados en la economía real y recordó que la política monetaria sería más efectiva si el estímulo fiscal fuera mayor y más coordinado. Es consciente de que el escenario más temido por los mercados es el de una ralentización de la economía acompañada de cierta impotencia para reactivarla por parte de los Bancos Centrales y todo ello salpicado de tensiones geopolíticas. De ahí que parte de la tarea de Christine Lagarde consistirá en servirse de su perfil político para promover, con el apoyo de la Comisión Europea, que los gobiernos adopten una política fiscal más activa para aumentar la demanda interna y con ella el crecimiento.
En esta situación es también trascendental que Lagarde logre establecer un consenso amplio dentro del Consejo de Gobierno del BCE que en estos momentos muestra diferencias de opinión entre sus miembros sobre la continuidad e intensidad de la política monetaria ultraexpansiva de la época de Draghi. De no conseguirlo y visto lo escaso de la aportación de los políticos al estímulo de la economía, podríamos acercarnos de nuevo al borde del precipicio de una recesión que podría acentuar el riesgo de impago o reestructuración de plazos de la deuda de algún Estado de la Eurozona con los múltiples efectos colaterales negativos que tal evento ocasionaría.
Asesórense bien y sean prudentes.