Llegará un momento en que la Bolsa corregirá con fuerza. No sabemos cuándo. Pero lo hará. Comenzará por la Bolsa estadounidense y ésta contagiará al resto. El detonante de esa situación lo desconocemos. Existen riesgos, como más adelante expondré, pero no hay certidumbre sobre la causa que podría originar una caída de la renta variable cuyos principales indicadores han alcanzado máximos históricos en varias zonas del mundo (EEUU a la cabeza). ¿Realmente no hay nada que pueda ayudar a adelantarse a tal evento?
Los indicadores no funcionan
Un parón de la economía americana provocaría una caída de las bolsas globales. De ahí que muchos analistas se empleen a fondo para detectar señales que puedan anunciar su eventual llegada. Contaba Eduardo Faus, analista de Renta 4, en un reciente estudio sobre recesiones y bolsa en EEUU, que Bloomberg dispone de un indicador para determinar las probabilidades de una recesión que agrupa variables macroeconómicas como el PIB, peticiones de desempleo no agrícolas, el índice de producción industrial, etc.
Este indicador, del que se disponen datos desde el año 1987, no fue capaz de predecir las últimas tres grandes recesiones en EEUU: 1990, 2001 y 2007. De hecho, en el momento en que el S&P 500 hacía máximos, la probabilidad que este indicador asignaba a una recesión era nula o seminula. Tampoco sirvió pues para anticipar las caídas de las bolsas que tuvieron lugar en esas ocasiones. La conclusión más categórica que extraemos de tal análisis es que la renta variable anticipa en varios meses el comienzo del deterioro de la economía y éste tiende a apreciarse cuando ya los fundamentos económicos han empezado a decaer.
Hay algún otro indicador citado en el estudio, como el de la Conference Board Leading Economic Index, que tiene más acierto a la hora de adivinar el comienzo de las recesiones, pero no así los máximos bursatiles y el cambio de tendencia en el comportamiento del mercado.
La euforia estará presente
Una de las pocas reglas que invariablemente se cumplen cuando la Bolsa da un giro bajista es el elevado nivel de euforia presente en el mercado. Partiendo de esa idea, la gestora Fidelity considera en la actualidad dos escenarios de finalización del mercado alcista:
- Un final eufórico, en el que los puntos álgidos de los índices podrían tardar mucho en materializarse de forma que el cambio de tendencia aún tardaría al menos 12 ó 18 meses y sería la tecnología disruptiva (digitalización, robótica, seguridad cibernética) lo que estaría en el origen de esa “exuberancia irracional”.
- Un mercado lateral sin especial euforia con un largo periodo de consolidación en el que se diferenciarían con claridad los sectores ganadores y, dentro de éstos, los valores específicos con perspectiva favorable. En este escenario, la gestión activa de renta variable (tenemos algunos grandes gestores en nuestro país) sería la ganadora.
Los bancos centrales están intentando modular el fin de ciclo
Contaba la gestora Meridian (MFS Investment Management) en su última reseña semanal de análisis cómo William McChesney Martin, quien fue el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 1951 y 1970, era recordado por citar la ocurrencia de un escritor que describió el trabajo de un banquero central como el de llevarse la bebida justo en el momento en que la fiesta comenzaba a animarse.
El mensaje de la última intervención de Yellen, presidenta de la Reserva Federal, mantenía sin cambios la «hoja de ruta» de normalización monetaria y confirmaba un aumento gradual de los tipos y un comienzo en las reducciones del balance de la FED antes de que termine el año (probablemente en septiembre). En la misma línea de política monetaria, aunque menos restrictiva por el diferente momento del ciclo, parece situarse ya el mensaje de Draghi, presidente del BCE.
Tanto la FED como el BCE quieren evitar que la fiesta “se desmadre” y van cambiando sus políticas muy poco a poco para que no tiemblen los cimientos económicos del débil crecimiento de Occidente. Con este enfoque, el escenario más probable para la renta variable podría ser el segundo de los descritos más arriba (mercado lateral sin especial euforia).
Diversificación y plazo
Todo lo anterior obliga más que nunca a evitar la especulación y contar con una visión de medio y largo plazo para afrontar con cierto sosiego la evolución de una cartera de inversión con renta variable en su composición. Recordemos algunos de los riesgos actuales:
- Tipos de interés a corto ultrabajos (menor maniobrabilidad de políticas monetarias).
- Mucha deuda acumulada por los Estados.
- Rentabilidades de los bonos al alza (sus precios, por tanto, cayendo) que penalizan las valoraciones de las acciones.
- Errática cotización del petróleo.
- Y China y su crecimiento en un permanente horizonte incierto.
Siempre lo es pero, en el contexto actual, hacer previsiones sobre un cambio de tendencia en las bolsas deviene un ejercicio especialmente complejo. Éstas se encuentran en una fase de replanteamiento de valoraciones y selección de compañías/sectores más inmunes a este proceso de supresión de estímulos por parte de los Bancos Centrales. Estamos ante variables que crean un enrevesado entorno para la inversión financiera. El cortoplacismo no permite invertir en este entorno, sólo apostar. Diversificación y plazo es, de nuevo, la vía para evitar en lo posible sustos indeseados.