El ciclo expansivo de la economía estadounidense que va para 8 años podría estar llegando a su máximo. Se trata del debate de mayor trascendencia para la economía mundial y los mercados financieros. La Reserva Federal (FED) volvió a subir los tipos de interés la pasada semana (subida a un rango de 1,00 – 1,25%) y confirmó su intención de reducir el tamaño de su balance. Desde que comenzara a cambiar la tendencia de sus tipos de intervención hace un año y medio, la actuación de la FED ha estado caracterizada por la prudencia, a veces probablemente excesiva. Sin embargo, sabemos bien en Europa que en esta materia mejor pecar por exceso de cautela que por defecto, pues no olvidamos a Trichet y a su intempestiva subida de tipos en la primavera de 2011 que ayudó a sumir a Europa en la recesión. De nuevo, ahora, nos estamos jugando mucho.
Estados Unidos vuelve a estar muy endeudado
El auge del consumo ha impulsado a la economía norteamericana y le ha permitido recuperarse de las fracturas originadas por la crisis financiera e inmobiliaria, pero lo ha hecho a costa de relanzar el crédito al consumo en el sector privado hasta un nivel del 22% del PIB, doblando así lo alcanzado en 2007, y disparando igualmente la deuda pública. La duda sobre la solidez de los fundamentales de EEUU se acrecienta cuando observamos que los salarios no han subido en proporción al progreso de la economía. De ahí que unos tipos de interés más altos podrían dificultar la devolución del crédito concedido al sector privado… y conocemos bien por estos lares lo que sucede cuando no se pagan los préstamos a los bancos: crisis financiera y rescate a la banca, cajas en España, todavía inacabado tras siete años – Popular como último exponente-.
La perspectiva de crecimiento confirma las dificultades
A cualquiera que conozca los ciclos de la economía le llamará poderosamente la atención cómo un país con pleno empleo (tasa de desempleo en torno al 4,5%) espera tan solo tener (según la FED) un crecimiento del PIB del 2,1% y 1,9% para 2018 y 2019 respectivamente y una inflación del 2%. La FED sabe que una escalada de tipos de interés demasiado rápida afectaría al crédito y, por tanto, al consumo, lo que haría descender el ya de por sí apagado crecimiento del PIB y podría traer de nuevo el fantasma de la recesión. El Dólar, coherente con la situación descrita, pierde posiciones contra el Euro pues su fortaleza se cuestiona dada la aparente debilidad de la economía USA. Y ello a pesar de la tendencia de tipos al alza que teóricamente debería respaldar la cotización del billete verde (por ello la mayoría de analistas recomendó incrementar dólares a principio de año – consejo baldío hasta ahora -).
Entonces, ¿por qué sube la bolsa americana?
Las promesas de Trump consistentes en rebajas fiscales, en obligar a la repatriación de fondos de empresas en el extranjero (con la consiguiente recompra de acciones en mercado por las compañías) y en incrementar la inversión en infraestructuras (especialmente obsoletas en EEUU), han impulsado, en parte, la cotización de numerosas acciones del mercado americano. Pero muchos comenzamos a sospechar que las propuestas del nuevo Presidente podrían quedarse de nuevo solo en eso, en palabras voluntaristas, al menos durante un tiempo.
Considero que, como indicaba recientemente la gestora norteamericana Lord Abbet , pese al evidente retraso en la implementación de las promesas de Trump, es la mejora continuada de los beneficios empresariales en EEUU lo que está en la base del avance bursátil y es esta rentabilidad empresarial la que probablemente sostenga los precios en bolsa en lo que queda de año. De hecho, en estos últimos meses, los sectores más favorecidos por los inversores son aquéllos que menos se beneficiarían de la implementación de las políticas del Trump trade. Nos recuerda también la citada gestora norteamericana que:
– Los beneficios empresariales del S&P 500 en el primer trimestre parecen abocados a una mejora interanual del 13,6%, según FactSet (la tasa más alta desde el tercer trimestre de 2011).
– Este incremento de beneficios se apoya sobre todo en una subida de ingresos con costes bajo control y menos en ingeniería contable.
– Prueba de ello es que las compras de autocartera, el método más usado estos pasados ejercicios para incrementar el beneficio por acción, se han reducido un 18% desde hace un año, según datos de la propia bolsa americana.
La bolsa en EEUU debería aguantar y ayudar a la europea
Después de muchos años, 2017 puede ser el año de la bolsa europea, al menos batiendo en rentabilidad a la estadounidense. Para ello, el mantenimiento y progreso del mercado americano son claves para todas las bolsas del mundo, la europea a la cabeza. Creo que, pese a las aparentes debilidades descritas más arribas, la economía americana y sus mercados de renta variable no van a defraudar porque:
– La FED va a manejar el tempo de las subidas de tipos con acierto.
– No se esperan tensiones en los precios/salarios.
– No se esperan tampoco eventos negativos de gran repercusión (parón repentino de la economía china o gran conflicto bélico).
En una reciente entrevista en Funds Socity, David Bianco, Chief Investment Strategist de Deutsche Asset Management para América, exponía que aunque “ el índice S&P 500 tiene un 20% de prima respecto a su valoración histórica (…) considero que está justificado, porque las tasas de interés son muy bajas comparadas con las tasas históricas y por lo tanto las acciones todavía son baratas comparadas con los tipos de interés y con los bonos”.
Estoy de acuerdo con esa visión. Además, estimo que el auge de la economía estadounidense y de sus mercados podría todavía continuar un tiempo debido a la disrupción que ha supuesto la innovación tecnológica en las tradicionales pautas del crecimiento. Como ha sucedido con otros progresos logrados por el ser humano, cuando se vive un cambio tecnológico de calado, uno no suele ser consciente hasta que lo pone en perspectiva. Por eso a muchos les cuesta aceptarlo y siguen viendo el vaso de la bolsa USA medio vacío. Yo lo veo, gracias a lo anterior, a la actuación de la FED y a un Dólar más bien débil, como mínimo, con bajo riesgo de vaciarse.