El movimiento de los precios de la renta fija que se ha producido en los países desarrollados desde 2008 ha sido una de las mayores tendencias alcistas de un activo financiero en la Historia. Impulsada por las políticas de expansión monetaria de los Bancos Centrales, la renta fija ha vivido un esplendor inusual para su teórico riesgo implícito. El crecimiento de las economías, sin embargo, no ha ido a la par.
La citada relajación monetaria no ha logrado que el crecimiento de las economías volviera a las tasas previas a la caída del banco Lehman Brothers que marcó el comienzo de la crisis. El auge del PIB se apoyaba en parte en el aumento de la deuda, pública y privada, y ésta ha alcanzado niveles que son difíciles de rebasar. Ahora, se está asumiendo la necesidad de reemplazar las inyecciones de dinero de los Bancos Centrales por otros estímulos, sobre todo en Estados Unidos, y, parece, que eso ha provocado que el mercado de bonos haya cambiado de rumbo.
Lo que está pasando en la renta fija
En el pasado mes de noviembre, el bono a 30 años del Tesoro estadounidense experimentó su segunda mayor caída mensual en lo que llevamos de siglo. La subida de su rentabilidad (como refleja el gráfico a continuación) llevó a su precio a caer más de un 8% y esa tendencia ha continuado en el mes de diciembre.
Las rentabilidades del bono a 10 años alemán y de nuestro equivalente del Tesoro español, sin un movimiento tan fuerte como el de su homólogo americano, también han subido con fuerza durante las pasadas semanas.
La llegada de las políticas de gasto
Vistas las dificultades para la recuperación del crecimiento del PIB, los Gobiernos comienzan a asumir su papel de impulsor de la economía mediante la inversión pública. En EEUU, es cada vez más patente la sustitución del impulso económico de su Banco Central (tipos bajos y compras de bonos) por las políticas de inversión. Su nuevo Presidente se muestra como un adalid de tal postura. En el Reino Unido, uno de los motivos que subyace en el Brexit, es seguir más libremente ese camino de gasto fiscal.
Durante la semana que hoy empieza, veremos probablemente cómo la Reserva Federal retoma, tras un año, las subidas de sus tipos de intervención. Por otro lado, las políticas fiscales expansivas han llevado a los mercados a descontar escenarios inflacionistas con mayor intensidad y, por ello, las rentabilidades de los bonos han comenzado a subir. No olvidemos que el primer enemigo del precio de un bono es la inflación y ésta, pese a lo que podía creerse, siempre está presente en el pensamiento de los inversores.
La presión alcista de las rentabilidades de la renta fija estadounidense se irá extendiendo al resto del mundo, incluida la Eurozona y a pesar del programa de compra de bonos en mercado abierto del BCE. De hecho, el propio BCE, aunque no quiera hablar de tapering (reducción de estímulos monetarios) y mantenga su visión expansionista, tomó en su última reunión dos decisiones: mantener el ritmo de compras mensuales de activos en 80.000M EUR hasta marzo de 2017, como estaba previsto, pero reducirlo posteriormente hasta 60.000M EUR al mes a partir de abril 2017 y hasta diciembre de 2017. Poco a poco, la autoridad monetaria de la Eurozona deja entrever la necesidad de potenciar la inversión pública con el plan Juncker a la vista.
Cuál es el principal riesgo en este nuevo entorno
A mi juicio, el gran enemigo es, sin duda, la subida del dólar y el efecto de deterioro de las divisas de muchas zonas emergentes que ello conlleva. El caso de China puede ser especialmente peligroso por el peso de su deuda en dólares y la negativa repercusión que para el mundo entero tendría una ralentización de la economía del gigante asiático.
Qué nos espera a partir de ahora
La corrección en el precio de los bonos va a continuar. El proceso de caída de sus cotizaciones será probablemente más fuerte en EEUU que en Europa. La resistencia de algunos gobernantes europeos a incrementar el gasto será vencida y a ello ayudarán los procesos electorales de Francia y Alemania que viviremos el próximo año. Estas políticas fiscales expansivas incrementarán las expectativas de inflación del Euro, lo que perjudicará a la renta fija europea.
Cómo harán los Estados para financiar esas políticas de inversión es otra cuestión y muy compleja. La emisión de deuda puede de nuevo dispararse (si acaso se ha reducido alguna vez en los últimos años), lo que reforzará la necesidad de ofrecer mayores tipos de interés a los inversores y penalizará aún más el precio de los bonos.
La mayor rentabilidad que los bonos estadounidenses ofrecen hoy día sobre los europeos se ampliará y ahí, con un timing adecuado y la debida cobertura de divisa, creo que está una de las pautas para invertir en renta fija en los próximos trimestres. Acostumbrándonos a la nueva volatilidad de los bonos. Tras ocho años de descenso de ésta, parece que algunos ya no se acordaban de que la renta fija no es fija.