Hace algo más de un año escribía en este blog sobre el oro y la conveniencia de su inclusión en una cartera de inversión. Exponía entonces que no recomendaba especular con el oro pero sí que consideraba interesante contar con él como elemento de diversificación, pues aporta protección en momentos de estrés en los mercados. Creo que, vistos los riesgos que nos acechan, es buen momento para recordar este componente de cobertura del metal precioso.
¿Qué ha hecho el oro en el año 2016?
El oro ha tenido un buen comportamiento en el presente ejercicio (alza de aproximadamente el 20%). Su cotización comenzó a subir a finales de 2015 impulsada por las dudas sobre el crecimiento de China y el riesgo que ello suponía para la economía global. Acumulaba entonces más de cuatro años de caída desde su máximo más reciente en el verano de 2011 cuando la onza superó los 1.800 dólares. En esos momentos, la rentabilidad del bono español a 10 años rondaba el 6%.
En los últimos meses, tras un movimiento de ida y vuelta por el Brexit, los inminentes procesos electorales en Estados Unidos y en Europa, como riesgos geopolíticos, y los bajos tipos de interés de la deuda y del crédito, como riesgos financieros, están impulsando de nuevo su cotización.
¿Apocalipsis…
Leía con atención durante estos últimos días el informe titulado «Apocalypse Now? Aumenta el riesgo de una crisis financiera»,escrito por Ignacio de la Torre y Leopoldo Torralba, talentosos economistas del grupo Arcano. En él se explican con detalle las causas que han conducido las rentabilidades de la deuda pública, y de los bonos en general, a los niveles de burbuja en que se encuentran en la actualidad, así cómo los posibles desenlaces de tal situación y sus consecuencias para la economías de los países y para sus mercados financieros. La conclusión de este completo análisis se resume en algo muy ligado a su título: se están sentando las bases para una tormenta financiera.
La gran incógnita radica en si el proceso de estallido de la burbuja de tipos de interés, sobre la que tanto he escrito en este blog en los pasados meses, será gradual o abrupto. En función de ello, experimentaremos una fase de estrés en los mercados o un verdadero derrumbe de las cotizaciones de la mayoría de los activos financieros.
… o salida «decorosa»?
Que hay una burbuja en el precio de los bonos es un hecho innegable. Que no va a durar siempre también. Que la vuelta de la inflación puede estar cerca es una amenaza en boca de muchos analistas y ello puede ser un detonante más para el estallido de esa burbuja. Con todo, personalmente me inclino por un escenario tolerable para los inversores, dentro de fases de fuerte volatilidad, en el que los tipos de interés comenzarán a subir (los precios de los bonos, inversamente, a caer) y la renta variable sufrirá por ello en sus valoraciones, si bien esto último se producirá de manera más transitoria.
Es decir, caída fuerte de la renta fija que los inversores pueden todavía evitar posicionándose en plazos cortos (también en estrategias flexibles de renta fija y de valor relativo) y movimiento de ida y vuelta de las bolsas. El motivo por el que creo que la reacción de los mercados de acciones no será tan negativa reside en el crecimiento de los beneficios empresariales, tanto en EEUU como en Europa, que hemos comenzado a presenciar en el tercer trimestre de este ejercicio y que podría confirmarse en el cuarto. Sin grandes alardes, pero mejorando.
Conviene contar con salvaguardias
La situación descrita en este post aconseja, como mínimo incluir de manera indirecta activos de cobertura como el oro en una cartera que tenga elementos de riesgo entre sus componentes. Cito la palabra «indirecta» pues desaconsejo a un inversor financiero la adquisición de oro físico por su iliquidez y las complicaciones y riesgos que normalmente acarrea su depósito.
Existen diferentes vías para acceder de tal manera a este tipo de activo a través de fondos de inversión y ETF especializados en oro (Julius Baer Physical Gold o iShares Gold Trust), fondos multiactivo con estrategias de cobertura y el oro entre ellas (Aberdeen Global Multi Asset Income, BNY Mellon Global Real Return o Ethna-AKTIV) y algunos fondos de renta variable que acostumbran también a incluirlo como protección para fases de volatilidad (First Eagle Amundi International).
El porcentaje que este tipo de inversiones debe pesar en una cartera depende en gran medida, lógicamente, del resto de activos que conforman ésta y del perfil de riesgo del inversor. Como en otras ocasiones, les recuerdo la necesidad de asesorarse para su análisis.
Repito que no considero previsible que el apocalipsis se acerque pero, a la hora de gestionar, debemos atender a lo inesperado y no sólo a lo improbable.