Búsqueda de rentabilidad y cierre de fondos
La pasada semana volvía a leer un texto similar a éste que copio a continuación procedente de una gestora de fondos: Nos ponemos en contacto con usted para comunicarle que, cumpliendo con nuestro compromiso de proteger la rentabilidad de nuestros inversores, el Consejo de Administración de … ha decidido, de conformidad con las disposiciones del folleto, cerrar con efecto inmediato, las clases de participaciones …, al haber alcanzado el Fondo la capacidad máxima de activos para su óptima gestión. Se cierra un fondo de inversión a nuevos suscriptores para que los actuales inversores no se vean perjudicados por un incremento excesivo de los activos bajo gestión y por los flujos monetarios que éste comportaría. Esta medida, cuando sucede por el motivo descrito, dice mucho y bueno de la calidad de los gestores y de la política comercial de la empresa gestora. Y, por supuesto, de la bondad financiera que el producto tiene para el inversor.
Llevamos mucho tiempo con los tipos a cero
Las políticas monetarias ultra-expansivas dirigidas a salir de la crisis, la represión financiera impulsada desde los Gobiernos para poder financiar sus maquinarias burocráticas y las fuerzas deflacionistas imperantes en las economías de los países desarrollados, han facilitado el mantenimiento del entorno de tipos a cero en el corto plazo y también tipos muy bajos en los tramos medios y largos de la curva de tipos de interés del Euro, Dólar y Yen. Si a ello añadimos la abundante liquidez, temerosa de volver de forma masiva a la renta variable, y las reticencias de los inversores hacia alternativas poco líquidas como el private equity y, hasta hace no mucho, el sector inmobiliario, tenemos un perfecto cóctel de búsqueda de rentabilidad con volatilidad controlada que arrasa con los buenos productos financieros.
¿Qué es el alpha en la gestión de carteras?
Sin querer entrar en tecnicismos estadísticos utilizados en la moderna teoría de carteras, definiré alpha como la parte de la rentabilidad que nos proporciona un fondo de inversión que no viene explicada por el comportamiento del mercado o activos financieros característicos en los que invierte ese fondo. Dicho de otra manera, el porcentaje de la rentabilidad atribuible al buen hacer del gestor. Si éste se hubiera limitado a replicar los componentes del índice de referencia seguido por el fondo, el alpha habría sido cero. Al final, estamos volviendo al debate, tantas veces aireado en este blog, entre gestión activa y pasiva.
El alpha no está únicamente ligada a la habilidad del gestor. Hay otros factores que condicionan este “extra” de rentabilidad y cito aquí dos de ellos:
– la estrechez de un mercado bursátil, el español es buen ejemplo de ello, que incrementa la dificultad de encontrar compañías atractivas y con suficiente liquidez para tomar posición, con el riesgo de realimentación en las subidas de las cotizaciones de éstas (y, ¡ojo!, también en las bajadas);
– y la existencia de flujos frecuentes de entrada y salida de dinero en el fondo, especialmente los primeros que, al hacer aumentar el dinero bajo gestión, diluyen los puntos de ese plus de rentabilidad lograda de manera que el dato final de lo obtenido se reduce.
No es posible generar alpha gestionando decenas de miles de millones
Es normal pues que si el dinero bajo gestión dentro de un fondo de inversión crece mucho y rápidamente, con un patrimonio gestionado que aumenta constantemente por las suscripciones de nuevos partícipes y, además, el mercado donde se invierte es pequeño, la generación de esa rentabilidad extra que denominamos alpha se convierta en una tarea imposible. De ahí que, tras analizar por parte de la gestora las dificultades potenciales para mantener una gestión óptima del patrimonio del fondo en caso de que éste éste alcance determinada cuantía, se decida limitar su crecimiento mediante medidas como la prohibición de nuevas suscripciones cerrando el fondo a entradas de dinero o la restricción de éstas (por importe o permitiéndolas exclusivamente a los inversores que ya están dentro del fondo) haciendo lo que se denomina un soft close (cierre blando).
Es frecuente ver esta situación en fondos de inversión englobados en la denominada gestión alternativa con objetivo de rentabilidad. Los mencionados niveles ínfimos en que se encuentran los tipos de interés, dificultan lograr rentabilidades base aceptables sobre las cuales aportar el alpha que permita alcanzar el objetivo preestablecido. La ausencia de inversiones tradicionales con retornos plausibles y alto grado de seguridad en la preservación del patrimonio, hace que estos productos denominados con frecuencia como “Euribor +”, aludiendo al objetivo de facilitar X puntos porcentuales de rentabilidad incremental sobre el índice, estén viviendo tiempos dorados en cuanto al aumento de activos gestionados. Eso sí, sólo los buenos productos de la categoría, ya que la dispersión y la inconsistencia son habituales en este estilo de gestión. Son esos buenos productos los que estamos periódicamente viendo entrar en el citado régimen de soft close.
Aprovechar estas oportunidades de inversión
Si se enteran de que un fondo de inversión va a cerrarse a nuevas suscripciones porque su gestora ha decidido frenar su crecimiento para preservar así la favorable rentabilidad de los inversores actuales, analicen el producto con un buen asesor y, si se adapta a su perfil de riesgo, adquiéranlo, pues estarán seguramente ante una magnífica oportunidad de inversión que va a dejar de estar disponible.
Brindo por los Blackrock, BNY Mellon, J.P. Morgan, Schroders, y otras gestoras que implementan este tipo de medidas. A muchos banqueros les extraña que se adopten tales decisiones aparentemente contrarias a los intereses de la cuenta de resultados de una entidad. A mi me llama poderosamente la atención que, por desgracia, continúe habiendo muchas entidades en que proteger al inversor se ve como noticia, cuando debería ser lo normal.
twitter: @GSantos_A