Corren tiempos difíciles para el ahorrador-inversor que busca rentabilidad para su dinero con riesgo cero o, al menos, bajo. La represión financiera impulsada desde los Gobiernos de los países desarrollados, fenómeno consistente en el mantenimiento de tipos ultra bajos que facilita su financiación, ha construido un escenario de ausencia de retorno para las inversiones conservadoras que ahora está alcanzado su máxima expresión en España. Por otra parte, la creciente tensión geopolítica por el conflicto Ucrania-Rusia podría traer una inesperada fase de volatilidad a los mercados de renta variable que lleve la atención de muchos inversores, ahora tendente a la infravaloración del riesgo y a la complacencia con el entorno, hacia activos más conservadores.
No olvidemos que el Tesoro Público español logra subasta tras subasta reducir su coste de financiación. En la actualidad, la rentabilidad de las Letras del Tesoro a doce meses está ligeramente por encima del 0,60%. Si aceptamos que el riesgo del Reino de España es muy reducido, ya que no es nulo pues pese a la reciente mejora de rating por Moody’s seguimos muy lejos de la «triple A», cualquier rentabilidad que podamos obtener sobre ese nivel supone incurrir en uno o varios riesgos: de contraparte, de emisor, de liquidez, de tipos de interés, etc. Ese riesgo es bienvenido cuando facilita el plus de rentabilidad buscado. Pero la situación inversa, es decir, que ese riesgo provoque una pérdida latente o definitiva, es siempre una posibilidad que hay que considerar y cuantificar ex ante al adquirir cualquier activo financiero. Por todo ello, considero oportuno aclarar algunas ideas y conceptos aceptados con frecuencia como ciertos y que no lo son, bien porque son totalmente falsos o bien porque encierran pequeñas trampas que exigen relativizar su «venta».
Existe un techo legal en la remuneración del pasivo impuesto por el Banco de España
No es cierto. Sólo existen recomendaciones verbales en las que todos los bancos están de acuerdo ya que les ayudan a mejorar sus márgenes de intermediación. Se trata realmente de unaayuda pactada entre regulador y entidades de crédito. Éstas debían frenar de alguna manera la guerra de pasivo que deterioraba sus cuentas de resultados. La vía del Banco de España les daba la excusa comercial perfecta cara a clientes descontentos al ver cómo el tipo de interés bajaba al renovar un vencimiento. Me parece tan inadmisible el método empleado para racionalizar una situación que se había convertido en peligrosa para la solvencia del sistema como la propia guerra de pasivo entre entidades, otro buen ejemplo del disparate y abuso en la gestión de donde viene buena parte del sector financiero español.
Los bancos no pueden pagar más por el pasivo que captan porque los tipos de interés del euro son muy bajos y hacerlo les llevaría a la quiebra. Creo que cualquier depositante preferirá una remuneración baja a tener el dinero en una entidad en riesgo de quiebra. Cuando los tipos suban, que lo harán aunque seguramente quede mucho tiempo para verlo, el ahorro debería obtener una rentabilidad más alta por colocarlo a plazo en una entidad. Será entonces, con un sistema financiero ya normalizado y con solvencia recuperada, cuando volverá la competenciaen esta materia al sector y los clientes bancarios podrán beneficiarse de ella.
Los fondos de inversión con objetivo rentabilidad proporcionan una rentabilidad anual
Es uno de los productos que más se ha popularizado últimamente pues supone una alternativa razonable y fiscalmente eficiente para el ahorro. Sucede que su estructura financiera basada en carteras de renta fija, en general bonos soberanos españoles, compradas para mantener hasta vencimiento les impone algunas limitaciones en su funcionamiento, como la de tener un período cerrado de comercialización y restricciones en su liquidez. Aquéllos que hayan suscrito en los últimos meses este tipo de fondos han acertado de lleno ya que la reducción de nuestra prima de riesgo ha impulsado su rentabilidad. Eso sí, esta inyección de rentabilidad no se ha producido hasta el momento en que el valor liquidativo del fondo ha reflejado la cotización de la cartera «pre-comprada» (una vez finalizado el período abierto a suscripciones). Los que quieran adquirir este tipo de productos de ahora en adelante, y salvo vuelta atrás en nuestro riesgo país, deben mirarlos con lupa pues la rentabilidad potencial será muy escasa y el plazo muy largo.
Estos fondos no proporcionan una rentabilidad anual, no existe TAE real asegurada y ésta sólo se conseguirá siempre que se mantenga la inversión hasta la fecha final marcada en el Folleto, la gestora no se haya equivocado en sus cálculos y, por supuesto, no quiebre ningún emisor de los bonos alojados en la cartera del fondo. Ello se debe a que la rentabilidad obedece a lo que en cada momento la evolución del valor liquidativo pueda reflejar, lo que dependerá a su vez de la valoración a precios de mercado de la cartera subyacente (mark to market). Conclusión: si se ha adquirido en buen momento uno de estos productos, se ha podido hacer una inversión conservadora muy favorable dentro del entorno de tipos bajos, pero hay que hacerle un atento seguimiento dado que lo más aconsejable puede ser salirse en la primera ventana de liquidez, obteniendo así en un año una rentabilidad mucho mayor que la anual equivalente en caso de seguir con la inversión inicial hasta el final.
Los productos linked son siempre adecuados para el inversor conservador
Me refiero a los productos que cuentan con una parte asimilable a un depósito con remuneración fija y por encima de tipos de interés y otra con rentabilidad variable ligada a activos de riesgo (casi siempre índices o valores de renta variable). La existencia de este segundo componente del producto, siempre de peso inversor menor en el conjunto, es lo que permite ofrecer un «sobretipo» gracias a la estructura de derivados que subyace.
No quiero entrar en los tecnicismos de este tipo de inversiones que pueden estructurarse y vehiculizarse de varias maneras. Sólo quiero dejar clara la siguiente idea: el inversor que no quiera asumir un riesgo de pérdida en el principal invertido nunca debe contratar estos productos. Por bajo que sea el peso de la parte ligada a activos de riesgo, su presencia puede ocasionar pérdidas finales pese a la existencia del citado «sobretipo». Para aquél que pueda y desee asumir un riesgo de renta variable, puede ser un producto perfectamente adecuado y conveniente, aunque analizándolo siempre con detalle y teniendo en cuenta su fiscalidad, pues estamos ante uno de esos casos donde con frecuencia hay «letra pequeña» y es fácil equivocarse.
Los fondos de inversión monetarios son siempre una mala inversión
Generalizar al hablar de inversiones financieras acostumbra a ser fuente de errores. Éste es un buen ejemplo. La dispersión de rentabilidades en esta categoría de producto es enorme, tanto por los diferentes activos en los que invierten como por los distintos niveles de comisiones que soportan. Me parece un acierto apoyar con su baja volatilidad a la parte más conservadora de una cartera, seleccionando aquéllos que cuentan con comisiones bajas y que saben aprovechar las ineficiencias del mercado monetario, respetando a la vez el mandato de conservación de capital.
Además, aparte de que algunos de estos fondos saben explotar bien el variable momentum de los tipos de interés a corto plazo por su posibilidad de adaptación inmediata a las eventuales subidas de tipos (característica de la que siempre carece un depósito a plazo), no podemos olvidar la ventaja fiscal que supone el diferimiento en la tributación cuando el que invierte en el fondo es una persona física: un 1% de rentabilidad en un fondo monetario obliga a un depósito a ofrecer cerca del 1,40% para poder obtener un retorno equivalente tras impuestos.
Recomendaciones para el que busque algo más que los depósitos
Los tipos de interés han llegado a un nivel que obligan a ser muy selectivo en la elección de una inversión conservadora. Hay que aceptar el precio de la seguridad, una remuneración baja, pero no por ello renunciar a la posibilidad de optimizar una cartera con inversiones conservadoras. En conclusión:
– Debe hacerse un esfuerzo en la búsqueda de activos que, manteniendo una volatilidad muy baja, puedan batir el nivel de tipos de interés de cada momento.
– Para ello, y siempre que un inversor pueda permitirse un mínimo de variabilidad en la valoración de su cartera, es indispensable ampliar el universo de posibilidades, contando con alternativas que combinen inversiones puramente monetarias con fondos de inversión de renta fija con gestión activa (incluyendo cobertura de Duración) y otros fondos basados en estrategias de tipo market neutral.
De éstos hablaremos otro día porque, aunque a algunos les moleste, hay vida más allá del depósito. Feliz semana a todos.