El comienzo del mes de abril no podía haber sido más movido en los mercados financieros, tantos los de acciones cayendo con fuerza como los de bonos de más calidad con subidas notables, sobre todo los soberanos de los principales países (+2% de subida en precio del Bund y del Treasury a 10 años). La atención seguirá centrada en las consecuencias de la imposición por parte del presidente estadounidense Donald Trump de los aranceles más altos en más de un siglo.
Sin entrar en el surrealista modo de cálculo de los “arancelos trumpianos”, la pregunta que se hacen los inversores es si, tras la contundente caída global de los últimos días, los mercados han tocado fondo o si aún quedan dificultades por venir.
No tan malo como parece
El S&P 500 estadounidense ha caído más de un -15% hasta la fecha con los 7 Magníficos tecnológicos sumidos oficialmente en un mercado bajista después de caer más del 25% desde máximos recientes y al igual que el índice de pequeñas empresas- Russell 2000 -.
Parece dramático pero no lo es tanto, pues si se está diversificado y no sólo centrado en la Bolsa americana y especialmente en tecnología o en las Mag 7, las caídas se aminoran en el cómputo del año, al menos por ahora. De hecho, algunos mercados esán aguantando hasta la fecha (Ibex y varios emergentes son los que se salvan). Por no hablar de la renta fija de calidad que sigue revalorizándose en medio de la agitación bursátil. Incluso en EEUU, los sectores bursátiles más conservadores (consumo necesario, utilities y healthcare), los más castigados el pasado año, están planos o ligeramente en positivo. El oro mantiene su buen ritmo alcista y el petróleo y el Dólar, descontando una recesión, justo lo contrario.
Indagando en el riesgo
Más allá de los efectos económicos de los aranceles, la verdadera perdedora de esta situación es la confianza empresarial, lo que aumenta el riesgo de un ciclo de aumento del desempleo y de una eventual recesión.
De ahí que ahora sea clave el cronograma de la negociación arancelaria y las posibles respuestas. De comenzar rápidamente las negociaciones entre la Administracion americana y algunos de los principales países/zonas geográficas (China y Unión Europea) y atisbarse vías de acuerdo para reducirse las tasas arancelarias, la tensión disminuiría y veríamos rebotes en el corto plazo.
Por el contrario, si se mantienen los elevados tipos arancelarios porque las negociaciones se prolongan durante un período de varios meses y se adoptan medidas adicionales (represalias) con los principales socios comerciales, lo que está sucediendo por ahora, es probable que el riesgo de una recesión y de un mercado bajista aumente de forma significativa.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, las revisiones de los beneficios (muy ligados a la confianza empresarial) y los datos del mercado laboral serán las dos principales variables a tener en cuenta a corto plazo.
Qué puede pasar ahora con un mercado sobrevendido que no sabemos si ha tocado fondo
El índice de aprobación de Trump continúa cayendo: 43% en abril, frente a 45% en marzo y 47% en enero. La gestión comercial y las recientes filtraciones de información militar a través de la plataforma Signal, están pasando factura a la popularidad del Presidente.
Además, la elevada presencia de inversiones en Bolsa en los patrimonios de los estadounidenses de toda clase social hace que los descensos busátiles reduzcan la confianza en el omnipotente, al menos para él, Presidente americano y, lógicamente, limen el efecto riqueza y con él la propensión al consumo, variable indispensable cuyo mantenimiento a elevadas cotas permitiría evitar la recesión.
Comparto la visión del analista americano David Rosenberg sobre que se ha profundizado en la incertidumbre sobre las perspectivas económicas y las ganancias y que Wall Street está recortando las estimaciones de crecimiento del PIB a niveles coincidentes con las recesiones.
La ampliación de los diferenciales de crédito significa que lo peor probablemente no haya pasado. Pero para quienes tienen un horizonte de 12 meses y tolerancia a la volatilidad, están surgiendo señales iniciales de compra. De hecho, mi apreciado José Ramón Iturriaga, gestor líder de Bolsa española, estima que “la bolsa es de los pocos activos en el que las rebajas no funcionan; cuando baja son pocos los que aprovechan para comprar; de hecho, todo lo contrario, el primer impulso cuando baja y los precios en teoría son más atractivos es vender y salir corriendo; cunde la (falsa) sensación de que se puede perder todo; así (de mal) funcionan las emociones en lo tocante con el mercado.
¿Qué hacer entonces?
Como contaba en esta columna hace unas semanas, la diversificación ha vuelto a aportar en las carteras su flujo de estabilidad, si bien pocos fondos de inversión o ETFs se salvan del comportamiento negativo en las últimas semanas. Únicamente aquéllos que hayan estado invertidos exclusivamente en Deuda soberana o estuvieran 100% en activos monetarios lo están haciendo bien en este entorno.
La tentación de entrar con cautela y progresivamente en el mercado durante períodos de turbulencia podría representar una oportunidad para capitalizar las debilidades del momento. Los sectores defensivos y activos refugio, ante las turbulencias del mercado, son siempre bienvenidos en una cartera diversificada pues ayudan a protegerse contra la volatilidad excesiva. No obstante, los inversores pueden perder oportunidades de crecimiento potencial si apuestan exclusivamente por el modo defensivo. Diversificación y visión de plazo deben mandar.
Finalmente, en estos momentos es obligado recordar que el inversor que se vea abrumado por la volatilidad y no venza la tentación de entrar y salir del mercado puede sufrir consecuencias muy negativas en la evolución de su cartera.