Recompras de acciones y dividendos, la felicidad del accionista

Las publicaciones de resultados de las empresas cotizadas y la aprobación de sus cuentas abren el período de remuneraciones de todo tipo para los accionistas. Asumir el riesgo de comprar una acción con la variabilidad de su precio suele ir unido a un beneficio: recibir parte de lo que la empresa gana.

La recompra de acciones

De tradición anglosajona, la recompra de acciones es una reducción del número de acciones en circulación de una empresa que se logra comprando una parte de éstas en el mercado y amortizándolas. Al reducirse la cantidad de acciones en circulación, el beneficio por acción se incrementa automáticamente con el efecto de aumentar el valor de las acciones y, normalmente, con el tiempo, también el de su cotización. Esto último no tiene por qué cumplirse en el corto plazo y puede incluso no suceder en caso de que la compañía tenga algún problema de gestión o contable. Se trata de renta variable cotizada, no lo olvidemos, con un devenir siempre incierto.

Por un lado, la recompra de acciones se produce porque una empresa tiene liquidez ociosa y tiende a mostrar que sus acciones están infravaloradas, haciendo que éstas sean más atractivas para los inversores potenciales. Pero, por otro, podría provocar una caída de la cotización si los inversores ponen en duda la calidad de la gestión de la compañía, especialmente si éstos sospechan que la empresa puede estar perdiendo oportunidades de crecimiento al no dedicar su liquidez al progreso orgánico o inorgánico de la empresa.

En España, el Banco Santander anunció recientemente resultados récord e informó de un nuevo programa de recompra de acciones. La acción acumula más del 15% de subida desde ese día. Otros ejemplos llamativos son los de Apple que gastó la asombrosa cantidad de 100.000 millones de dólares en la recompra de sus acciones el pasado año. Otros dos gigantes tecnológicos, Alphabet y Meta (Facebook), también llevaron a cabo recompras masivas de acciones en 2024. En todos estos casos, el mercado reaccionó bien.

El pago de dividendos

Los dividendos son la parte de las ganancias de una empresa que se paga a sus accionistas como remuneración por serlo. El porcentaje del beneficio o payout decidido por los gestores de la empresa (aunque técnicamente es la Junta General de Accionistas la que toma la decisión) es variable, si bien el mercado tiende a reconocer con alzas la estabilidad y el incremento constante de esa retribución. Los dividendos pueden pagarse en efectivo o en acciones adicionales.

Las empresas más grandes con ganancias predecibles suelen ser las que mejor pagan dividendos y, especialmente, las de algunos sectores tradicionales de ingresos normalmente recurrentes como telecomunicaciones, energía, farmacia y bancos. En cambio, aquellas empresas de menor tamaño y en fuerte crecimiento, cosa frecuente hoy en día en los sectores de tecnología y biotecnología, acostumbran a no pagar dividendos y reinvertir sus ganancias financiando así éste. A veces, una positiva evolución del precio en Bolsa de la acción puede compensar la ausencia de dividendos, pero no siempre ocurre así. Es renta variable, recuerdo de nuevo.

En definitiva, los accionistas suelen esperar recibir dividendos como acreedores de parte de las ganancias de la empresa y esos pagos reflejan positivamente la evolución de la compañía y ayudan a mantener la confianza de los inversores. No obstante, como sucede con la recompra de acciones y ya menciono más arriba, hay veces que los inversores pueden interpretar un elevado pago de dividendos como una indicación de que la empresa no tiene proyectos nuevos para generar con su actividad mejores retornos en el futuro y está utilizando su efectivo para remunerar a los accionistas en lugar de reinvertirlo en crecimiento, pudiendo por ello provocar una caída de su cotización.

En fases de bajada de tipos de interés, el dividendo es una vía de retorno a tener todavía más en cuenta

En estos momentos, la rentabilidad media vía dividendos que ofrece el Ibex español se mueve en torno al 5% y lo mismo podemos decir del índice Eurostoxx, más del doble que la rentabilidad que ofrece una Letra del Tesoro español a un año, y también por encima de lo que ofrece el dividendo medio de la Bolsa estadounidense. Además, lo anterior sucede después de las fuertes subidas del mercado que hemos presenciado en 2024 y tras las alzas de este comienzo de año 2025, y en un momento en que las estimaciones del tipo de interés neutral oficial de los principales bancos centrales se han reducido (concretamente el BCE sitúa esta tasa neutral – hacia la que tienden los tipos a corto – entre el 1,75% y el 2,25%). Por todo ello, si los inversores en empresas cotizadas han elegido bien, no pueden pedir más en lo que respecta a la retribución explícita por su dinero invertido.

Al final, en un entorno como el actual de tipos de interés a la baja en el que la rentabilidad de depósitos tradicionales y letras del Tesoro va decayendo (más rápido en Europa que en EEUU), el atractivo de la remuneración descrita, unida a lamejora en el momentum de beneficios, se amplía. La posibilidad de obtener ese premio no sólo reside en la posesión de acciones directas, también lo está, dejando aparte cuestiones fiscales, en las clases de acciones de fondos de inversión que distribuyen beneficios a sus partícipes, lo que es una vía igualmente válida para beneficiarse de una cartera constituida por empresas con alto pago de dividendos (existen diversos fondos especializados en esta orientación de gestión). Eso sí, siempre soportando la volatilidad inherente a las cotizaciones de la renta variable directa o al valor liquidativo de las participaciones del fondo. Porque, por tercera vez en esta columna, les recordaré que esto es Bolsa.