Parece que China podría hacer algo por nosotros más allá de vendernos cosas baratas
Escribía aquí hace unas semanas sobre la decadencia económica de Europa íntimamente ligada a la torpe corrección política y a los intereses personales de quienes nos gobiernan. Hace pocos días, el Gobierno y el Banco Popular chinos anunciaban un paquete de medidas para reactivar el crecimiento del país ya que, no lo olvidemos, la economía china continúa subyugada por la crisis inmobiliaria que sufre desde comienzo de esta década cuyos negativos efectos se han visto amplificados por la pandemia del Covid y por la propia estructura empresarial y social del gigante asiático. Pues bien, parece que China podría hacer algo por nosotros más allá de vendernos cosas baratas.
Nuestro entorno, al menos por ahora, empeora
A diferencia de EEUU cuya economía se apoya fundamentalmente en el consumo doméstico, la europea tiene un sesgo manufacturero y exportador que tiene más dificultades de adaptarse a entornos de menor crecimiento. De hecho, varios indicadores claves para la marcha de la economía europea, como la confianza empresarial, indican que el periodo de mejora en la región no acaba de ganar tracción en septiembre y parece olvidado ya el optimismo tras los juegos olímpicos. Y ello sucede a pesar de la mejora en el crecimiento de algunos países europeos, España entre ellos.
La habitual paradoja de Norte pujante y Sur a remolque se ha invertido en Europa en los últimos tiempos. Francia y Alemania, las dos principales economías de la Unión Europea, han pasado a la cola del crecimiento en Europa y bordean la recesión. El último dato de confianza empresarial (PMI compuesto por manufacturas y servicios) está en Francia en terreno de contracción al situarse en 47,4, muy por debajo del 51,5 estimados por los analistas y del 53,1 del mes de agosto; en Alemania las cosas empeoran igualmente: el PMI compuesto descendió hasta los 47,2 frente al 48,2 previstos. Para los no familiarizados con estos indicadores, recordar que lecturas por debajo de 50 suponen contracción económica y riesgo de recesión.
A cada país le acucian unos problemas de forma más intensa:
Francia, sufriendo una gravísima crisis política y arrastrando unas penosas cuentas públicas, ha descartado reducir el déficit fiscal al objetivo del 3% del PIB, pero cree posible aunque se pueda alcanzar ¡en un horizonte de cinco años!, cuando el anterior Gobierno había planeado cumplir la regla fiscal para el año 2027. Nuevo Gobierno y proyecciones a peor.
Alemania, país netamente industrial y exportador, muy afectado en materia energética por la negativa influencia de la crisis unida a la invasión rusa a Ucrania, es víctima de sus propias políticas energéticas y de su lenta transición a las nuevas tecnologías. Siendo el tercer mayor exportador del mundo (detrás solo de EEUU y de China), verá cómo este año vuelve a descender su producción industrial.
Las medidas anunciadas en China
China sigue intentando reactivar su economía con medidas monetarias y ayudas, aun a riesgo de que puedan acabar siendo contraproducentes por el endeudamiento que comportan. Pero, tras haberlo intentado con bajadas de tipos y estímulos monetarios en varias ocasiones a lo largo de los últimos trimestres y ante la notoria atonia de su economía, a las autoridades chinas no les quedaba alternativa.
Sin entrar en demasiado detalle, se trata de un plan de estímulo generalizado que quiere impulsar el crecimiento hasta un mínimo del 5% facilitando la actividad bancaria (reduciendo varios coeficientes y tasas del sector financiero y recapitalizando al sector) e impulsando el mercado inmobiliario (posibilidad de renegociar a la baja las hipotecas a tipo fijo, imponiendo que empresas estatales compren viviendas sin vender, etc.). Además, para las Bolsas se crea un fondo de estabilidad del mercado de valores, inyectando dinero público, impulsando la recompra de acciones por parte de las compañías cotizadas y promoviendo fusiones y adquisiciones. En fin, todo muy propio de un régimen comunista que quiere salvar su economía de mercado sin aceptar que esta, para ser eficiente, no debe tener intervenciones públicas de tal magnitud, sino buscar las mejoras de productividad aceptando el curso de oferta y demanda.
En resumen, más allá de los recortes en algunos tipos de interés clave, la mayoría de las medidas siguen siendo declaraciones de intención y es posible que los volúmenes propuestos sean insuficientes para provocar un aumento significativo en los flujos de capital externos. Con todo, tales medidas no deben ser subestimadas, ya que deberían aumentar la confianza de empresarios y consumidores y tener verdaderos efectos positivos en el plazo y no solo servir para respaldar la liquidez y las alzas en el corto plazo de los mercados de renta variable.
El traslado a Europa
La decaída economía china afecta a los europeos en diversos sectores económicos y es notable la correlación/exposición a su mercado de muchas empresas europeas. Éstas, en Bolsa, llevan un año con caídas significativas. El sector más expuesto es el del automóvil, clave en la actividad económica de Alemania y, atención, también en la de España. La correlación de los diferentes sectores de la Eurozona con la economía china se muestra en el siguiente gráfico:
Impulsar el crecimiento hasta el objetivo anual del gobierno del 5% no es tarea fácil, pero estamos ante un avance dentro de una política de estímulos que, si fueran combinados con impulsos fiscales para promover el consumo, podría llegar a potenciar de verdad la actividad en China y con ella sus importaciones, cuestión clave para muchas de nuestras compañías productoras de vehículos, de máquina-herramienta, especialmente en Alemania, y, sobre todo en España, del sector cárnico y farmaindustria. Veremos.