A poco más de dos meses de las elecciones presidenciales, en EEUU está tomando forma una coyuntura francamente llamativa y que pone en valor a la candidatura del republicano.
Vaya por delante que no considero a Donald Trump un candidato idóneo como contaba hace unos meses en este foro, y ni siquiera un político atrayente en muchos aspectos, pero tampoco lo demonizo. Tiene sus pros y contras como cualquiera y utiliza los artilugios de la propaganda política también como cualquiera que en estos momentos salte al ruedo electoral. Dicho eso, observo cómo a poco más de dos meses de las elecciones presidenciales en EEUU está tomando forma una coyuntura francamente llamativa y que pone en valor a la candidatura del republicano. Al menos para los que somos capaces de interpretar lo que está pasando. Me refiero a la ya nada soterrada persecución a la libertad de expresión en el mundo desarrollado.
Algunos ejemplos de ataques recientes a la libertad de expresión
Sin querer, ni mucho menos, ser exhaustivo:
– Después del cierre judicial de X en Brasil (antiguo twitter, ahora controlado por el empresario Elon Musk), hemos conocido el anuncio de la administración brasileña de que cualquiera que utilice una red privada para acceder a X será multado con hasta 8.874 dólares al día.
– En Alemania, los promotores de un podcast denominado ‘Hoss and Hopf’se enfrentan a una multa de 250.000 euros y a una pena de cárcel por «confundir el género» de una persona transgénero.
– Reino Unido, con su flamante nuevo primer ministro Starmer a la cabeza, espera avanzar en una nueva legislación que etiquetaría algunos planteamientos o tendencias personales, como la misoginia, como forma de extremismo ideológico.
– El comisario francés de la Unión Europea, Thierry Breton, envió una carta a Elon Musk exigiéndole que cumpliera con la normativa sobre medidas de mitigación en relación con la amplificación de contenidos nocivos en eventos destacados, incluida su retransmisión en directo, en un descarado intento de censura previa a la entrevista de Musk con Trump.
– Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Meta (Facebook) ha publicado recientemente una carta en la que detalla cómo la Administración Biden-Harris intentó censurar el contenido sobre el Covid y otras materias ligadas a la pandemia en su red social.
Podemos acabar en una democracia espuria con una falsa transparencia interesada y limitativa de la libertad de expresión hasta cotas inauditas
– Para culminar esta breve enumeración con lo más cercano, citar al Gobierno de España que está estudiando medidas para frenar la difusión de «noticias falsas», una iniciativa que la oposición conservadora del país tacha de intento de censura de los medios de comunicación críticos… y podría seguir con otros casos como bien conocen los lectores de El Confidencial.com, medio de comunicación que, como otros en nuestro país, padece en muchos ámbitos la presión descrita.
En definitiva, lo que estamos oyendo y leyendo aporta cada vez más indicios sobre dónde podemos acabar: en una democracia espuria con una falsa transparencia interesada y limitativa de la libertad de expresión hasta cotas inauditas.
La importancia de Estados Unidos
Dada la influencia de lo que sucede en EEUU sobre el resto del mundo y, especialmente para nosotros europeos, la relevancia del resultado de las elecciones americanas es enorme. En lo económico y financiero, las escasas propuestas concretas de Harris dan pocas pistas sobre qué haría una administración demócrata en la vida económica americana. Hasta ahora, aparte de su deseo de controlar los precios de los alimentos y de dar ayudas a algunos colectivos para comprar una vivienda, sus principales mensajes han versado sobre la presión fiscal y, como era de esperar, anunciando subidas de impuestos (en sociedades, a rentas altas, etc.). En resumen, ambigüedad interesada y, sobre todo, más intervencionismo de la administración.
El programa de Trump, por su parte, cumple con el guion más previsible: proteccionismo/aranceles (America first) y reducción de impuestos, si bien en esta materia se incluye algo verdaderamente relevante y creo que favorable para que continúe la positiva inercia de la economía estadounidense que ha hecho de tejido empresarial americano y de sus mercados de acciones los primeros del mundo con mucha diferencia sobre el resto. Se trata de la posibilidad de reducir las regulaciones federales aplicables a las empresas (menos burocracia, vamos), incluidas las medioambientales, así como moderar las restricciones a la extracción de petróleo en terrenos públicos. Con medidas de este tipo se entiende mejor por qué EEUU es un país energéticamente independiente. Lo anterior no obsta para que la transición hacia energías limpias, conviviendo con las fósiles, eso sí, continúe en EEUU gane quien gane las elecciones (de hecho, estados republicanos, con Georgia, Texas y Oklahoma a la cabeza, llevan la delantera en la implementación de energías limpias).
Pero, sin duda, lo más relevante para mí en cuanto a los diferentes enfoques de los candidatos es la contradictoria visión de la libertad de expresión que subyace en muchos de sus mensajes: la transparencia y contundencia, con frecuencia estruendosa, a favor de la libertad de empresa y libertades individuales en general por las que aboga Donald Trump, choca con la exagerada visión de un lado oscuro por parte de Kamala Harris sobre todo lo que suena a libertades individuales e iniciativa privada. Como buen ejemplo de ello, recordar el tiempo que ha llevado a la candidata demócrata ponerse del lado de la oposición ganadora de las elecciones en Venezuela, para pronunciarse finalmente con bastante tibieza. Paradojas del hoy mal llamado progresismo que quiere adaptar a sus intereses la libertad de expresión en Occidente.
El alegato de Rowan Atkinson
Han vuelto a cobrar protagonismo las palabras que hace ya un tiempo pronunció Rowan Atkinson, conocido por su icónico papel de Mr. Bean, sobre la importancia de la libertad de expresión en una sociedad democrática, argumentando que la capacidad de expresarse libremente es una de las riquezas más valiosas que tenemos como seres humanos, solo equivalente a las necesidades básicas de comida y vivienda. Atkinson subrayaba que la verdadera protección contra un posible discurso ofensivo no proviene de la represión, sino de un mayor debate y diálogo en la sociedad, apelando a la responsabilidad individual de lo que decimos. Otra crítica a la creciente intolerancia y de nuevo una llamada de atención sobre la necesidad de preservar la libertad de expresión y promover un debate abierto y saludable en una sociedad verdaderamente democrática.