A punto de acabar el mes de enero, podemos valorar mejor las perspectivas que van tomando los mercados financieros en el presente año. La verdad es que las cosas están yendo más o menos como preveía a comienzo de año, si bien hay algún argumento de los ahí expuestos que cobra más relevancia y otros que pierden algo de fuerza en el corto plazo. Lo explicaré.
Lo sucedido en enero en cinco ideas
Básicamente se confirma que:
1. Parece que las probabilidades de un aterrizaje suave de las economías de los países desarrollados han aumentado reforzándose desde el «giro de la Fed» en diciembre del año pasado que explico en el enlace incluido más arriba. De ahí, en parte, el favorable comportamiento de la renta variable. Con idas y venidas pero en balance positivo, apoyado además en las tecnológicas que siguen avanzando (Tesla es la excepción) y en la temporada de resultados estadounidense que ha comenzado con buen pie. Con todo, la bolsa europea lo está haciendo mejor que la estadounidense lo que no sucedía desde hace mucho, mucho tiempo.
2. Hay fuerzas desinflacionistas (desde la fragilidad de la economía china hasta la caída de algunas materias primas pasando por la menor confianza del consumidor, al menos del europeo) que siguen relajando los precios y que anclan las expectativas de inflación y alientan las bajadas de tipos. De ahí que Lagarde del BCE recordara hace unos días que la entidad que preside podría empezar a bajar tipos hacia el verano.
3. En Estados Unidos, el crecimiento se mantiene sólido, pero la Fed tampoco puede permitirse que el tiempo se le eche encima y que acabe recortando demasiado tarde con una economía demasiado decaída y en un año electoral. No olvidemos que en la medida en que la expansión económica pierda inercia y los tipos reales suban, la tasa de paro podría repuntar y, con ella, el riesgo de recesión.
4. Sin demasiada concreción, el Gobierno chino ha introducido un nuevo paquete de medidas de estímulo para su economía que no acaba de despegar. Quizás lo único realmente claro es la creación de un fondo soberano que invierta en acciones chinas. Los índices asiáticos reaccionaron con lógicas alzas. Pese a ello, muchos inversores en zonas emergentes continúan basculando su exposición de China a India. Este país, como recordaba esta semana un informe de la gestora Robeco, se encuentra en la cúspide de un crecimiento cíclico a largo plazo, en un punto de inflexión en su historia económica.
5. Los precios de la renta fija de los países desarrollados titubean ante el retraso en las bajadas de tipos (éstas se descontaban con excesivo optimismo para ya el primer trimestre de 2024). Además, penaliza el rally de noviembre/diciembre pasados que aupó los precios de forma demasiado veloz. El fondo de este tipo de activo sigue mostrando mucho valor y la rentabilidad potencial sigue muy favorable. En ello profundizaré a continuación.
No es el viaje, es el destino
Así titulaba la gestora Neuberger Berman un reciente análisis sobre la inversión en bonos en estos momentos. Su brillantez y practicidad inversora me obliga a recordarlo aquí de manera muy resumida.
Tal y como está la curva de tipos en USD, la rentabilidad del efectivo es de alrededor del 5,4% y el rendimiento al vencimiento a dos años es de solo el 4,4% y a cinco años del 4%. Esta inversión es aún mayor en algunas curvas europeas. De acuerdo con lo anterior, lo lógico sería invertir sólo a corto plazo en lugar de asumir riesgo de tipos de interés (volatilidad en precio), ¿verdad? No si nos centramos en el destino y no en el viaje.
El motivo es que es más que probable, como explico más arriba, que los tipos de interés a corto plazo hayan tocado techo y comiencen un ciclo de bajadas en 2024. Si a ello añadimos que lo más previsible es que a finales de 2025 los bonos a dos años sigan proporcionando un cupón de alrededor del 4% del principal y el corto plazo se mueva entonces en torno al 3 – 3,25% (según sugieren los mercados de tipos a futuro), la rentabilidad total anualizada estimada de mantener un bono a dos años hasta el vencimiento supera en estos momentos a la rentabilidad que se obtendría por invertir a corto plazo durante dos años en un 1%.
Hace un año, tenía sentido estar infraponderado en Duración y permanecer a la espera de oportunidades tácticas de ir ampliándola en caso de que el mercado se mostrase excesivamente pesimista en relación la inflación. Hoy, por el contrario, resulta más apropiado inclinarse a la sobreponderación de plazos algo más largos e ir reduciendo tácticamente el vencimiento medio de la cartera de bonos cuando el mercado se muestre optimista de más en relación con las bajadas de tipos o la sostenibilidad de la deuda pública, como sucedió en diciembre del pasado año.
Asesórense bien y sean prudentes.