La Comisión Europea (CE) ha recortado las expectativas de crecimiento de la economía española en 2021 en más de un punto y medio: del 6,2% anunciado por el Gobierno en julio pasado hasta el 4,6%, dejando a España a la cola de los principales países europeos en la recuperación pospandemia y por debajo de la media de los 27 que se sitúa en el 5%. ¿Qué está pasando?
Defraudando expectativas
El PIB español va a seguir un tiempo por debajo de las cifras alcanzadas antes de la pandemia. Mientras, casi todos los países desarrollados están consiguiendo el nivel de crecimiento previo a la llegada del Covid. España es un país de contrastes y carencias en muchos aspectos de su economía , desempleo a la cabeza, y para que el tren económico avance sin parones por la buena vía necesita un grado extra de confianza y de impulso con respecto a los grandes países europeos. Esa condición no se está cumpliendo en muchos sectores de la economía y la inseguridad jurídica que nunca superamos por los vaivenes e intereses del Gobierno no ayuda a conseguirlo.
El consumo rezagado
El principal factor que explica dos terceras partes del retraso en nuestro crecimiento es el consumo de los hogares que sigue un 8% por debajo de 2019. Esto está sucediendo aun con la recuperación del empleo y, en menor medida, de la renta disponible. Sin embargo, la tasa de ahorro es muy alta impulsada por la falta de confianza (la precariedad laboral no ayuda) y por las dificultades en las cadenas de suministro que ha traído el Covid y que frenan la compra de diversos productos como automóviles y otros bienes duraderos.
Según datos del research de UBS, la caída en la fabricación de vehículos por la carestía de semiconductores provoca que la rúbrica de inversión en equipos de transporte se encuentre más de un 30% por debajo de 2019, lastrando el PIB en casi un punto porcentual. Muy llamativo, para mal, y especialmente perjudicial para un país como España donde la manufactura de vehículos lidera el empleo y la aportación al PIB. Veremos cuándo superamos este trance y si el próximo año se produce un rebote de la producción que permita que aflore la demanda latente de consumidores y empresas.
Finalmente, el hecho de que el coste de la factura de la luz y el gasto en combustible se hayan disparado supone también un factor muy negativo para que la economía de las familias pueda recuperar sus hábitos de consumo.
El turismo no acaba de volver
Otro gran culpable de que España siga rezagada es el turismo ya que, a pesar de la notable recuperación en los últimos meses, los ingresos por visitantes extranjeros en el trimestre apenas fueron la mitad que los dos años antes, restando punto y medio al PIB (según estimación de UBS). Se prevé que en 2022 se alcancen cerca del 80% de los visitantes de 2019, lo que añadiría un punto largo al crecimiento y permitiría recuperar unos 200.000 empleos directos e indirectos.
La vivienda es otra asignatura que suspendemos
Finalmente, vemos cómo la construcción residencial no consigue despegar. La recuperación del sector es una realidad pero el ritmo no es el deseado y según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística la actividad aún se sitúa un 19% por debajo de los niveles precovid. Parece que los visados de obra nueva avanzan a buen ritmo pero la inercia de este movimiento no la veremos hasta 2022 y sobre todo en 2023. De cumplirse lo anterior, según también la estimación de UBS, se sumaría más de medio punto al PIB y unos 100.000 empleos a lo largo de los próximos dos años.
Las perspectivas son buenas y España y su Bolsa son atractivas para la inversión
Debemos tener presente que la recesión provocada por el Covid es mucho menos maligna que la gran recesión de 2008 y la movilización del exceso de ahorro debería de impulsar el crecimiento económico vía consumo (representa en torno a dos tercios del PIB nacional). De ahí que confiemos en que a final de 2022/principio de 2023 se habrá recuperado el PIB real de 2019. De hecho, la CE estima para los próximos dos años que el crecimiento de España será superior a la media europea.
La Bolsa española, por su parte, presenta ratios de valoración atractivos y su perspectiva es especialmente halagüeña de confirmarse la mejora de sectores en la línea expuesta en esta columna con elevado peso en nuestro mercado como son el financiero, el inmobiliario y el turismo y servicios en general.
Por todo ello, la respuesta a la pregunta del título es que sí hay cierto estancamiento en nuestro crecimiento pero su mejora en el corto plazo puede ser especialmente fuerte y robusta. Otra cosa será afrontar el gran ajuste fiscal ligado a la acumulación de deuda pública, la gestión de las ayudas europeas y las reformas estructurales pendientes en plena campaña preelectoral y con una probable subida de los tipos de interés de por medio. Veremos.
Asesórense bien y sean prudentes.