La banca europea ha suspendido el pago de más de 27.000 millones de euros siguiendo las recomendaciones del Banco Central Europeo (BCE), lo que es especialmente llamativo si consideramos que el sector está más capitalizado que nunca y en 2019 (el dividendo del año es sobre beneficios del año anterior) sus cuentas de resultados fueron favorables. Si a ello añadimos el hecho de que las cotizaciones de los bancos europeos se mueven entre mínimos históricos, la contrariedad de muchos inversores es más que comprensible.
Imagen de normalidad
La fortaleza del sistema financiero europeo es probablemente una de las claves que está ayudando a hacer más llevadera esta crisis al alejarse el riesgo sistémico y evitar dar pábulo a catastrofistas y políticos ambiciosos que querrían una nacionalización del sector en beneficio de sus propios intereses. Vista esa resistencia ante eventos negativos, considero que el sector bancario debería de contribuir a dar una imagen de normalidad (no la “nueva normalidad” de la que habla el Gobierno) y no dejar “plantados” a sus sufridos accionistas.
Además, el objetivo de asegurar que los bancos puedan seguir prestando a la economía real para apoyar la recuperación creo que está más que garantizado con las inyecciones extraordinarias de liquidez que les suministra el BCE, hasta el punto de que éste incluso está pagando a la banca por tomarle dinero prestado siempre que con él la entidad bancaria financie la economía real. Lo nunca visto. Por no hablar de las compras de bonos públicos y privados que ayudan a sostener el mercado de Renta Fija que es una variable fundamental para bancos y aseguradoras.
Daño a Fondos, Planes Pensiones, a rentistas y a consumidores en general
La banca sigue siendo el sector de mayor peso en la Bolsa europea y sus valores están presentes en multiplicidad de fondos de inversión y de pensiones. Las carteras de millones de ahorradores europeos también cuentan históricamente, aunque desacertadamente desde el punto de vista inversor, con valores bancarios cuyo elevado dividendo ha sido casi el único consuelo que han tenido en los últimos tiempos. Ahora, muchos de esos inversores, institucionales y particulares, se ven privados de un ingreso con el que contaban (reitero que el dividendo a pagar este año se apoya en beneficios ya obtenidos y declarados en 2019).
Es cierto que la presión política y social sobre los dividendos es ahora mayor en comparación con la última crisis y ello ha influido para que el BCE recomiende frenar su pago. Pero insisto en que retener beneficios es una medida que no ayuda a la normalización del mercado y que tiene efectos colaterales altamente dañinos.
No olvidar al accionista
Creo que mejor haría nuestro Banco Central permitiendo abiertamente a los bancos pagar dividendos a sus accionistas, al menos a la parte del sector que cumple holgadamente con los obligados niveles de solvencia requeridos por la actual normativa (especialmente exigentes, recuerdo). Debería, además, aprovechar esta coyuntura para apremiar a las entidades a finalizar el proceso de reestructuración/concentración de la industria financiera. Ayudaría también con ello a superar algunos de los antiguos usos de injerencia política en la banca que todavía perviven y que restan eficiencia y transparencia al sistema financiero.
Menos propaganda que ya tenemos bastante por aquí y más valentía y agradecimiento al accionista (buen ejemplo ACS y su Junta hace unos días) siempre que no sea en perjuicio de la propia empresa o de sus trabajadores. No olvidemos que sin él, sin el accionista, no habría empresa, ni mercado ni sistema realmente.
Asesórense bien y sean prudentes.
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