El mandato de Mario Draghi, actual Presidente del Banco Central Europeo (BCE), finalizará a final de octubre próximo. Ello, unido a los cada vez más probables nuevos estímulos monetarios, hace que la reunión de esta semana del Consejo de Gobierno de la autoridad monetaria sea especialmente relevante. El mercado espera mucho de ella pero la munición del BCE es ya escasa. ¿O no tanto?
Posibles medidas del BCE
Es muy probable que se decida bajar el tipo oficial por debajo de cero (su nivel actual). La Eurozona seguiría así los pasos de Japón (-0,1%) y de Suiza (-0,73%). ¿Servirá de algo para relanzar la economía? En principio, no, pues entre el 0% actual y un -0,10% ó -0,25% que podría aprobarse no existe prácticamente diferencia para la economía real. Cosa distinta es que el mensaje que acompañe a tal medida, insistiendo en la vocación de mantener tipos bajísimos durante mucho tiempo, pueda ayudar a reforzar la confianza de empresarios y consumidores. La medida buscará también impulsar la inflación que sigue bajo mínimos en Europa y cuya estimación para el futuro se revisará de nuevo a la baja.
Es igualmente posible que se anuncie un nuevo programa de compra de bonos de un año de duración (volvería así la quantitative easing) de entre 30.000 y 40.000 millones de euros mensuales centrado en Deuda pública y corporativa no financiera.
Finalmente, muchos analistas creen que va a instaurarse un nuevo sistema para la facilidad de depósito (el 0,4% que el BCE está hoy en día cobrando a los bancos por custodiar su dinero).
¿Comenzará a ver la luz el sector bancario europeo?
El BCE anunciará probablemente una reducción del citado tipo de depósito de 0,1% a 0,2% hasta -0,5% ó – 0,6%. Esto que de por si es negativo para el sector bancario pues le obligaría a asumir un mayor coste al llevar sus fondos al BCE, puede que se vea acompañado por una medida favorable para la banca: un escalonamiento de ese tipo de depósito mediante un sistema de tramos que despenalizase parte de la liquidez que los bancos tienen aparcada en el BCE.
Habrá que ver cómo se implementa lo anterior y cuantificar el alivio que una medida así podría suponer para la cuenta de resultados de cada entidad, pero lo que es seguro es que ese regalo a la banca, de confirmarse, sería muy bien acogido por las cotizaciones de los valores del sector financiero.
Es cierto que el actual entorno monetario es negativo para las cuentas de resultados de las entidades de crédito de la Eurozona. Pero es igualmente verdad que sin la actuación del BCE la solvencia de la banca sería de nuevo puesta en duda debido al potencial riesgo de recesión de la economía europea. No olvidemos que una economía más fuerte daría oxígeno a un sector bancario siempre dependiente del ciclo ni tampoco que el BCE apuntaló la solvencia de la banca salvando al Euro y ahora continuará auxiliando a la Deuda soberana de los países que seguirá en territorio negativo.
Conclusión optimista
El tan aireado final de la banca y su sustitución por las grandes tecnológicas está, si algún día se produce, muy lejos en el tiempo. De hecho, los bancos estadounidenses, sin ser el mejor sector bursátil, se han recuperado progresivamente desde las caídas de 2008 – 2009. No así en Europa donde, además, en el último año el sector ha profundizado en las caídas como muestra el gráfico a continuación al cierre del pasado viernes.
Fuente: investing.com
A mi juicio, a poco que, como esperamos, la economía europea mantenga cierto crecimiento alejando así la recesión y un escenario de impagos/mora, las Bolsas reconocerán la infravaloración de muchos bancos europeos y sus cotizaciones acabarán recuperando parte del camino perdido.
El elevado dividendo que paga el sector, el posicionamiento internacional de varias entidades europeas (Santander y BBVA a la cabeza) y la citada posible medida del BCE para reducir los costes que pagan los bancos por el depósito, son suficientes catalizadores para pensar que el camino por el desierto de las cotizaciones de varios valores bancarios podría estar cerca de finalizar y que alguno de ellos pueda convertirse, desde los niveles actuales, en la inversión del año.
Asesórense bien y sean prudentes.