El recién finalizado mes de agosto ha traído pesar a los mercados de acciones con la excepción de los estadounidenses. La española ha sido la peor Bolsa de la Unión Europea en el mes, tras la italiana, con una caída del Ibex cercana al -5% motivada especialmente por el desastroso comportamiento de los bancos (-10% del índice sectorial de servicios financieros). La renta variable europea tampoco se ha librado del rojo con una caída media del -4%. Dejando aparte a los EEUU, como digo, prácticamente todos los índices bursátiles de relevancia, están en territorio negativo en 2018. Lo peor lo encontramos en algunas zonas emergentes, con Turquía, China y Argentina encabezando la lista de damnificados de las políticas de la Administración Trump. Tanto es así que puede que la crisis argentina esté llevando a los mercados financieros de los países emergentes a una nueva fase de volatilidad.
Argentina: nuevos políticos y viejos problemas
Cuando Mauricio Macri consiguió a finales de 2015 la presidencia de Argentina, muchos apostábamos por su capacidad de gestión para el impulso de políticas liberalizadoras de la economía que sacarían al país de su habitual tónica de hiperinflación y frecuentes impagos de deuda ligados a períodos recesivos. El resultado de tales políticas no ha sido, por ahora, el deseado.
Hay que reconocer que los intentos de Macri por impulsar la transparencia y el libre mercado, así como para superar el nocivo populismo imperante que heredó de los Kirchner han sido encomiables. Sin embargo, los efectos de la política de endurecimiento monetario de la Reserva Federal americana (FED) subiendo los tipos de interés unidos a las incertidumbres ocasionadas por la guerra comercial promovida por el Presidente Trump, han pesado demasiado en la delicada situación de las economía argentina lastrada, además, durante el último año por la sequía y, más recientemente, por el hundimiento de varias divisas emergentes.
El peso se ha desplomado y la desconfianza ha llegado
La cotización del Peso ha caído más de un 50% frente al Dólar en lo que va de año y ha hecho que la inflación se disparase. Las medidas tomadas por el Banco Central argentino para frenar esta sangría subiendo el tipo de interés de referencia al 60% e interviniendo en el mercado cambiario se han mostrado, hasta ahora, vanas.
Los mercados están reaccionado, cómo no, con desconfianza ante el riesgo de impago en el servicio de deuda denominada en dólares al que Argentina puede enfrentarse de no frenar la caída de su divisa. Este miedo parecía haberse evaporado cuando hace poco más de un año la Nación Argentina emitía y colocaba 2.750 millones de deuda en un bono a 100 años con un cupón del 7,125% y una demanda de inversores de ¡más de 10.000 millones! Hoy ese bono cotiza en torno al 70%.
Recuperar la confianza
Para superar esta falta de confianza, Argentina debe borrar su déficit fiscal acelerando la reducción del gasto público, lo que unido a la ayuda de 50.000 millones de dólares del FMI para garantizar la liquidez, podría relajar la actual tensión. No obstante, me temo que las cosas no van a ser tan sencillas.
Contaba la semana pasada que la política monetaria restrictiva de la FED estaba teniendo ya una consecuencia directa: la salida de capital de muchos países emergentes hacia los Estados Unidos y una menor liquidez en sus mercados de renta fija, especialmente en aquéllos con un déficit por cuenta corriente más elevado y alto endeudamiento en dólares. Argentina, al igual que Turquía, está sufriendo el efecto descrito y la causa no va a desaparecer pues la FED va a continuar con sus alzas de tipos (probablemente dos más este año y otras dos o tres en 2019).
En el siguiente gráfico podemos ver la veloz reducción de la liquidez en dólares en el sistema:
Fuente: Banque de Luxembourg Investment y Bloomberg.
Riesgo de contagio y estrategias de cobertura
La situación de la divisa argentina está haciendo empeorar a la ya deprimida lira turca y contagiando a las monedas de Brasil y Sudáfrica que incrementaron sus caídas anuales la pasada semana. La repercusión de estas tensiones de países emergentes en otras zonas del mundo no puede ser desdeñada, especialmente porque la red de seguridad que ofrecía la política monetaria de la FED está siendo retirada (no sólo por las subidas de tipos, también por la desaparición de los efectos de la quantitive easing).
Dado que la confianza en los mercados financieros es siempre más frágil de lo que parece y conocido el hecho de que los peores escenarios pueden llegar en cualquier tipo de entorno macro, algunas estrategias de cobertura en las carteras de inversión como reducir la beta en el peso de renta variable, apostar por bonos soberanos de EEUU en dólares con vencimiento a largo plazo y contar con activos refugio como el oro, cobran más protagonismo. Sobre el metal precioso que podría acabar siendo uno de los activos del año, versará, seguramente, el próximo post.
Asesórense bien y sean prudentes.