Después de cinco meses, podemos aseverar que 2018 está siendo un año difícil e incómodo en los mercados. Casi todas las bolsas están en negativo, excepto las estadounidenses (llamativo el Nasdaq, +11%). En Europa, España encabezando las caídas (-4%). Los índices de mercados emergentes, retrocediendo con fuerza, tanto los de acciones como los de bonos. Estos últimos tampoco se salvan en Occidente, pues la Deuda pública y el crédito privado (investment gradey high yield) también bajan de precio en el año.
Los inversores españoles se enfrentan temerosos a un mes de junio, preludio del verano, cargado de riesgo político con el nuevo Presidente del país. Otros políticos también podrían ayudar al desconcierto, desde Trump pasando por los antisistema italianos y acabando en el dictador coreano Kim Jong-un. Intentaré limpiar un poco tanta vegetación política y financiera, incluidas las malas hierbas, para ver un bosque que podría acabar siendo muy verde a final de año.
La renta variable sigue siendo el activo preferido
En la medida de lo que cada uno se pueda permitir por su personal aversión al riesgo, la manera más evidente de conseguir rentabilidad en el presente ejercicio sigue siendo la inversión en Bolsa. El crecimiento global debería seguir apoyando a los mercados de acciones y los indicadores de confianza (sobre todo, empresarial) que han empeorado en los últimos meses podrían volver a acelerarse en el segundo semestre. Los resultados empresariales, mejores en EEUU que en Europa, no están defraudando salvo excepciones, si bien la dispersión es elevadísima y así lo están reflejando las cotizaciones de las compañías incluso dentro del mismo sector. La gestión activa con una correcta selección de compañías es, sin duda, la mejor forma de navegar en los próximos meses en las Bolsas occidentales. A los hechos, rentabilidades de los distintos fondos, me remito.
Emergentes: ¿ya no es el activo del año?
La inversión en mercados emergentes, bolsas y bonos, era en enero la más recomendada por analistas. Tras un mes de mayo más que accidentado, muchos se replantean esta visión. A mi juicio, se equivocan. El crecimiento económico diferencial en las zonas emergentes sigue vigente aunque sus empresas cotizadas no lo estén ahora reflejando. La paciencia, siempre necesaria para invertir en Bolsa, es indispensable en estos mercados. La habilidad en la selección, también, pues los países más dependientes del precio de las materias primas siempre serán más volátiles (Rusia o Brasil) que aquéllos que cuentan con un PIB que debería de seguir creciendo pase lo que pase (India).
Los bonos emergentes son un activo financiero muy atractivo hoy en día por la mayor rentabilidad que ofrece con respecto a la renta fija occidental y porque, a diferencia de lo sucedido en el pasado, se apoyan en emisores (Estados y empresas) que bien elegidos permiten reducir la volatilidad que siempre acompaña a este tipo de inversión. Lo sucedido en Argentina y Turquía con las crisis de sus divisas intensificadas en las últimas semanas, junto con las alzas de tipos de interés de la FED y de la curva de tipos del Dólar que explican en parte la reciente apreciación de éste, son elementos que influyen tanto en la valoración como en el sentimiento vinculados a esta clase de bonos y que se encuentran en la base de sus recientes caídas. Tras ellas, creo que estamos ante una oportunidad de compra ya que es un activo que puede ayudar a diversificar una cartera y a potenciar su expectativa de rentabilidad con menor riesgo que la renta variable.
Y ahora, ¿qué pasará en España?
La Bolsa española cayó con fuerza durante la semana precedente por la negativa influencia de la crisis italiana y el añadido doméstico del inesperado cambio de Gobierno, para acabar rebotando el viernes. La reacción del IBEX se debe a que los inversores asumen ya el nuevo Gobierno y lo hacen con cierta esperanza de que no necesariamente habrá una involución en las medidas económicas favorables de la época de Rajoy (fundamentalmente, la reforma laboral).
Habrá que prestar mucha atención a quién es nombrado Ministro de Economía ya que es muy relevante de cara a la confianza de los inversores extranjeros. Uno de los sectores más sensibles a la inestabilidad política es el inmobiliario que, después del calentamiento experimentado en varias zonas de España, Madrid y Barcelona muy especialmente, será un buen termómetro de la postura hacia el nuevo ejecutivo que los inversores van tomando. Por otra parte, la vuelta de cierta estabilidad al mercado de bonos (verdadera espada de Damocles para España) debería de contribuir a la confianza y, con ella, a la recuperación de las cotizaciones en Bolsa.
Lo anterior no quita que mi recomendación para cualquier inversor de perfil conservador o prudente, sea mantenerse alejado del mercado español, tanto en renta variable como en renta fija.
Los riesgos siempre están ahí
No creo que en la actualidad nos enfrentemos a más riesgos que en otros momentos. El riesgo es inherente a la inversión en mercados financieros y el que no pueda asumirlo debería limitarse a comprar Letras del Tesoro. Los políticos pueden dañar la economía con sus medidas pero también impulsarla.
Filtrar las informaciones (huir del análisis catastrofista y del eufórico), relativizar determinadas variables (las subidas de tipos en EEUU) y dar a los políticos el peso que realmente tienen (la guerra comercial, en verdad, nadie la quiere), tendrían que ser ejercicios de calentamiento antes de la toma de cualquier decisión de inversión.
Asesórense bien y sean prudentes.