El título se refiere, lógicamente, a los mercados financieros, tanto de bonos como de acciones. Hemos visto de todo a lo largo del primer trimestre de este año 2021 de pandemia y de déficits. Porque la crisis sanitaria será superada, pero sobre el peso de la deuda de los Estados y de los déficits de las administraciones públicas tengo dudas de que pueda lograrse su control sin llegar al extremo del impago o default. Pero analicemos los mercados ahora y sigamos confiando en que la impresión de dinero no tenga límites sin consecuencias desastrosas para la economía como contaba aquí a final del pasado mes de enero.
Trimestre de dudas con fondo favorable
No solo de dudas ha sido este período debido al naufragio en el proceso de vacunación en Europa continental y otras zonas del mundo (en el extremo opuesto sobresalen Reino Unido y EEUU), también lo ha sido de discordancias entre el comportamiento de los activos de inversión que se veían más favorablemente por la mayoría de analistas a principio de año (bolsas y bonos emergentes, Euro vs. Dólar, metales preciosos) y lo realmente sucedido en la práctica: caídas de esos activos y mejora en el precio de otros que suscitaban recelos hace unos meses como la bolsa europea y sectores como el financiero y energético tradicional (petróleo y gas).
Con todo, el descuento por los inversores de una mejora cíclica apoyada en la aplicación de las vacunas y, por ende, en la recuperación de la movilidad y del comercio internacional han facilitado la apreciación de muchas compañías, especialmente las más ligadas a la incipiente recuperación del ciclo económico, en detrimento de otras con valoraciones más exigentes (tecnológicas especialmente). En balance, bolsas occidentales en verde pero con gran dispersión sectorial en cuanto a resultados lo que se refleja asimismo en las rentabilidades de las distintas categorías y subcategorías de los fondos de inversión.
La otra cara de la moneda la tenemos en la renta fija de mayor calidad (bonos soberanos y corporates con grado de inversión), ya que las expectativas del mercado respecto a la inflación en Estados Unidos han llevado a la rentabilidad exigida al bono a 10 años estadounidense a moverse en el entorno de 1,7% y subiendo, lo que supone más de un 1% (en rentabilidad) con respecto al nivel de hace algo menos de un año cuando la pandemia y su impacto económico estaban en pleno fragor. El contagio no se ha hecho esperar y las TIRes de la renta fija en general, a excepción del high yield siempre más ligado a la bolsa y de algunos tipos de bonos como los financieros, han subido con fuerza (su precio, que se mueve a la inversa, ha caído).
Riesgos para bolsas y renta fija
El principal riesgo para la renta variable mundial es el ya mencionado fallido proceso de vacunación en muchas zonas del mundo, con la sobre el papel desarrollada Europa a la cabeza. Veremos si las estadísticas van cambiando a mejor conforme nos acercamos al verano. De no ser así, podríamos ver un deterioro de los índices de confianza empresarial y de los consumidores y venirse abajo su avance que se ha producido en los últimos meses y ha sustentado las bolsas.
El otro foco de mayor riesgo lo encuentro en la inflación y lo recordaba Pimco en un reciente análisis de su gestora Geraldine Sundstrom quien se refería al incremento de precios como una amenaza ligada a la reactivación de las economías: «Viviremos un boom económico que vendrá acompañado de un fuerte repunte de la inflación de los precios al consumo a consecuencia de los efectos de base, pero, más allá de estos movimientos puntuales, aún no está claro dónde acabará situándose la inflación ni cuál será la tendencia a largo plazo. La trayectoria de la inflación a medio plazo determinará el comportamiento de los bancos centrales, lo que a su vez influirá en los tipos de interés de los bonos y en los precios de los activos. A los mercados les preocupa que todos estos estímulos provoquen un aumento sostenido de la inflación que obligue a los bancos centrales a actuar antes de lo previsto, poniendo fin de forma prematura a la incipiente recuperación económica».
Fluctuaciones con fondo positivo
Pienso que una mayor inflación contribuirá a una volatilidad más alta en los próximos meses pero no creo que esto modifique la visión de un favorable año bursátil. El color del finalizado primer trimestre no ha sido ni blanco ni negro, sino con numerosas tonalidades grises más oscuras o más claras en función del tipo y subtipo de activo y así estimo que continuarán siendo los próximos meses.
Considero el fenómeno descrito (inflación – subida de tipos – ajustes en las cotizaciones) como una oportunidad para los inversores que quieran reposicionar parte de la cartera en compañías ligadas a las grandes tendencias que están vertebrando el crecimiento de la humanidad, en small y medium caps estadounidenses y europeas y en mercados de crecimiento diferencial (Asia y especialmente China, tanto en bonos como en acciones). Si además lo anterior va respaldado por un sesgo de sostenibilidad veremos cómo las rentabilidades de esos activos crecerán por encima de la tendencia incluso cuando se extinga el boom inicial. La dispersión continuará, la posibilidad de acertar también.
Asesórense bien y sean prudentes.