Tras la sobrerreacción de las bolsas ante el anuncio de las nuevas medidas expansionistas del BCE, es obligado intentar mirar más allá y analizar con frialdad hasta qué punto los mercados, especialmente la renta variable europea, tienen una base sólida para comportarse positivamente en los próximos trimestres. Aceptando que Mario Draghi es un gran técnico-político al que creo que debemos la continuidad de la Unión Monetaria Europea (quizás también la de la propia Unión Europea – UE -), me temo que las nubes de tormenta no van a tardar en llegar de nuevo a la economía y que la renta variable lo anticipará. Salvo que nuestros gobernantes, la esperanza es lo último que se pierde, hagan bien su trabajo.
¿Qué está haciendo el BCE?
Los tipos de interés del Euro se sitúan en el 0%, los bancos europeos deben pagar un 0,4% cuando depositan su dinero a un día en un banco central nacional (facilidad de depósito) y el BCE adquirirá 80.000 millones de euros de deuda pública y corporativa (no bancaria) cada mes en el marco de su programa de relajación cuantitativa – quantitative easing o QE – (ha comprado hasta ahora más de 600.000 millones de bonos soberanos). Por si esto fuera poco, en las operaciones de financiación a la banca denominadas TLTRO que comenzarán en junio, se aplicará un tipo de interés de refinanciación tan bajo como el tipo de depósito, lo que supondrá abonar intereses a la banca privada por tomar dinero prestado para inyectar crédito en la economía real. De ahí que, el pasado viernes, se dispararan las cotizaciones de los bancos.
Pues bien, todas estas medidas expansivas de política monetaria no son suficientes para que la recuperación económica actual consiga alcanzar su potencial y el nivel de los precios de consumo se acerque al 2%, objetivo que se ha marcado la autoridad monetaria europea. De hecho, el BCE reconoce que hay un claro riesgo para conseguir los objetivos de inflación y sitúa su tasa de crecimiento a corto plazo en negativo, reconociendo también un deterioro en los datos de crecimiento.
¿Dónde estaríamos de no haberse tomado estas medidas de expansión monetaria?
No es ésta una cuestión pacífica, pues son muchos los analistas que consideran tales medidas como poco efectivas para el fin que persiguen y creadoras de eventuales burbujas (en el precio de los activos) cuyo estallido puede acarrear peores consecuencias que los daños que pretenden evitar. No voy a entrar ahora en esta disquisición, aunque es innegable que buena parte de las revalorizaciones de la renta variable europea y, sobre todo, de la renta fija, no se habrían producido de no haber actuado el BCE como lo ha hecho. La realidad es que hemos llegado hasta aquí dejando atrás la peor recesión económica desde las guerras mundiales y, ahora, una repentina vuelta atrás sería catastrófica para la continuidad de la Eurozona y la solvencia de muchos de sus miembros.
Pero, si en EEUU sí ha funcionado la QE, ¿qué falta en Europa?
No pongo en duda las buenas intenciones de Draghi y la ayuda que todo lo que está impulsando supone para la economía europea. No obstante, es evidente que falta algo más. Este “algo más” cae del lado de los políticos, como el propio Mario recuerda cada vez con más frecuencia. Él sabe que, con la expansión monetaria que está promoviendo, está comprando tiempo porque sabe que éste no es infinito. En unos años, podríamos encontrarnos con un riesgo de default difícil de frenar en la periferia de la UE y, lo que es peor, con otra fase de dudas para el Euro como divisa.
Para que lo anterior no suceda y que la economía europea comience a aprovechar de verdad la relajación monetaria existente, considero como medidas indispensables a tomar las siguientes:
- Reducir la presión fiscal de ciudadanos y empresas para lograr incrementar el consumo evitando a la vez hacer crecer el gasto público.
- Coordinar en el ámbito internacional la lucha contra las devaluaciones competitivas que nos hacen importar deflación.
- Regularizar de una vez la situación de la deuda griega implementando una nueva quita, ya que todavía es el principal riesgo (latente) para el Euro.
- Emitir bonos europeos respaldados por la UE a muy largo plazo (o incluso perpetuos) para financiar la inversión en Europa.
Todo lo anterior dotaría de estabilidad y mejor perspectiva a la economía europea y facilitaría, por un lado, una mayor efectividad de las últimas decisiones del BCE y, por otro, la progresiva eliminación de éstas con vistas a la normalización de la política monetaria evitando así la creación de burbujas y siguiendo el camino que ya ha emprendido la Reserva Federal estadounidense.
La reacción de los mercados
Mirando más allá del corto plazo siempre caracterizado por los excesos y la especulación, el panorama que se atisba no es sencillo. La necesidad de que las medidas expuestas comiencen, al menos parcialmente, a implementarse, es cada vez más acuciante. Si no, se pondrá de manifiesto que una estrategia basada exclusivamente en la impresión de dinero está destinada al fracaso. Cualquier duda sobre la marcha de la economía creará incertidumbre y la sempiterna falta de unión política en el seno de la UE podría volver a tensionar la solvencia de algunos Estados. En ese escenario, las bolsas reaccionarían con fuertes caídas.
No tenemos por qué llegar a eso. Máxime cuando existen precedentes de los que deberíamos haber aprendido. Si nuestros políticos se coordinan y hacen lo que deben en aras del crecimiento común, creo que ese escenario puede evitarse y 2016 acabar siendo verdaderamente el año de la bolsa europea, para bien, como predecía hace unos meses. En todo caso, extremen la prudencia pues cada vez queda menos tiempo.